ALLÁ EN EL FONDO DEL VALLE: ENCINAS DE ESGUEVA

Creció Encinas en una vaguada del páramo que cae hacia la Esgueva. Una vaguada flanqueada a uno y otro lado por el castillo de los Aguilar y la iglesia de San Mamés.

El caserío más antiguo está en la parte alta del municipio. Cosa lógica pues, a fin de cuentas, era una forma de dominar el valle. Ha de tenerse en cuenta que, ahora, este Esgueva  que discurre pacífico y sosegado, en otro tiempo fue frontera tanto entre los reinos moros y cristianos, como entre los de León y Castilla, y vía de penetración de cualquier posible invasión que viniera del norte o del este.  Además,  era una forma de estar a salvo de las riadas de la Esgueva que aunque en la actualidad ofrece un caudal modesto, esconde una historia de crecidas y desbordamientos  recurrentes.

De la posición estratégica de Encinas da cuenta la existencia de restos vacceos hallados en sus inmediaciones, lo que habla de lugar apetecido para el asentamiento de civilizaciones antiguas. De esta ubicación estratégica también da cuenta el enclave de cruces de caminos en el que se halla: la carretera del valle que conduce hacia Palencia y Burgos siguiendo el cauce del río; los caminos, ahora carreteras, que conducen hacia Roa de Duero, Peñafiel (por el valle del Cuco) y Piñel.

Más todo ese pasado importante no ha impedido que, como todos los pueblos del valle, se haya ido despoblando.

 

 

Comenzaremos nuestro paseo en el castillo de los Aguilar, Condes de Encinas, que exhiben su escudo en el ángulo de una de las torres. Los inicios de la fortaleza se remontan al siglo XIV.

 

Lo más antigua del caserío se aloja en la parte alta del municipio, trepando por  un barco de la ladera del páramo que comunica con el valle del Duero y, desde cierta altura, mira hacia la Esgueva.  En el caserío destaca la Iglesia de San Mamés  (nombre que viene, parece, de “el que fue amamantado”) del siglo XIV con una  torre mocha, muy parecida a las de la cercana comarca del Cerrato, a la que  Encinas y otras  poblaciones de la Esgueva pertenecieron en otro tiempo.

 

Nuestro paseo por el pueblo nos llevará a unos agradables jardines, al frontón junto a la antigua escuela de niños;  y a la vuelta, frente a las escaleras que conducen a la iglesia, la vieja escuela de niñas, ahora centro social y tienda del pueblo.

 

La plaza Mayor, pequeña y recoleta, muestra en la fachada de una de sus casas un reloj de sol ajustado a las más estrictas normas “científicas” de funcionamiento.

 

El recorrido por las calles de Encinas nos ofrecerá diversas construcciones en las que piedra, adobe y ladrillo se dan la mano, amén del barrio de bodega. Y, en la calle Principal, donde está el restaurante Casa Paco –que ofrece un excelente lechazo- , hay una noble casa de 1921.

 

Si queremos alargar el paseo, tomaremos la carretera que conduce a Roa, y como a dos kilómetros  se eleva el Otero hasta los 926 metros, cien metros por encima de Encinas. Sostienen en el pueblo que tiene la misma altitud que el Cuchillejo (Castrillo de Duero), considerado el punto más alto de Valladolid (933 metros). Cierto es que apenas 7 metros les diferencia.

 

Y desde este Otero, y la carretera que lleva hasta él,  se contempla un  hermoso y extenso paisaje de Encinas,  y al fondo su  vecina Canillas, con  sendas columnas que no son sino los últimos restos de su antiguo castillo.

 

Ofrece Encinas la posibilidad de disfrutar de un embalse situado  a 1,5 km. del casco urbano. Sobre él podemos encontrar un artículo en este mismo blog: “Un rincón insólito en el Valle Esgueva”.