En Trigueros del Valle a la ermita la llaman castillo y al castillo fortaleza. Una fortaleza cuanto menos curiosa, pues está construida en la falda del páramo y, sujeta, por tanto, al más fácil asedio que cualquier ejército se pudiera imaginar. Pero es que esta formidable construcción del siglo XV no estuvo tan pensada para la guerra cuanto para la residencia. Era un castillo señorial, palaciego. Es decir, en realidad una noble y elegante casona de labranza. Es más, en sus sótanos se elaboraba un apreciado vino en unos siglos en los que el vino “normal” era un caldo grueso, de indefinido color y de dudosa presencia que apenas resistía unos meses desde que las uvas fueran vendimiadas.
Sin embargo, en el castillo de los Robles y Guevara en el silencio de sus bodegas reposaba un vino rico y elaborado… hay quien afirma que este es el antecedente de los afamados caldos de la Denominación de Origen Cigales.
El castillo tuvo su importancia en la Guerra de las Comunidades, pues en él Padilla y el obispo Acuña organizaron un formidable ejército que conoció victorias conquistando importantes enclaves terracampinos. También vivió la ocupación de sus muros por parte de los campesinos triguereños, hartos del despótico comportamiento de los señores de la fortaleza.
Recientemente ha conocido el lamentable episodio del derrumbe de uno de los paños exteriores de la muralla, que si no se reconstruye con prontitud no será sino el preludio de males mayores.
No obstante, la fortaleza, ahora de propiedad municipal, no pierde interés histórico y arquitectónico en una provincia, como Valladolid, que seguramente podría presumir de ser la que mayor número de castillos ha tenido.
El castillo se puede rodear por completo en un paseo que, además, añade el plus de ver las viejas bodegas de Trigueros.
En la vista panorámica de Trigueros, tomada desde el cementerio por encima de los viñedos, se aprecian tres de los edificios principales: la ermita en el alto donde sin duda hubo con castillo, y que conserva un arco románico; la torre de la iglesia de San Miguel Arcángel, que hunde sus raíces, aún reconocibles, en el siglo XII; y el castillo (a la derecha de la imagen) que todos llaman fortaleza
Primer plano de la fortaleza
Unos notables palomares se encaraman por la ladera de la ermita, que en sus faldas conoció viviendas rupestres aún en pleno siglo XX
En cada ángulo de la segunda muralla, construida en el siglo XVI, una torre cilíndrica artillera refuerza las defensas de castillo primigenio, que fue concebido para, a lo sumo, defenderse de saetas y primitivas escalas, sin darse cuenta de que la artillería, desde lejos, podía derrumbar sus muros
Puerta de entrada, con los escudos de los Robles –Robres en la tipografía de la época- (a la izquierda), y Guevara (a la derecha)
Esta esquina es, en realidad, la más primitiva de las torres del castillo
Torre del homenaje, a la izquierda de la imagen
No hace mucho se ha venido abajo parte del paño exterior de la muralla
El interior del castillo, sin apenas dependencias, indica que durante sus siglos de abandono buena parte de sus piedras sillares sirvieron de cantera para las casas del pueblo, y también fueron a parar a la construcción del canal de Castilla y las vías del ferrocarril
Antiguas caballerizas, con sus pesebres. Las caballerías tenían una gran importancia en la vida cotidiana de la fortaleza pues, como se ha dicho, era el epicentro de una importante actividad agrícola
Anochecer en Trigueros y su castillo. En este mismo blog Valladolid la mirada curiosa hay un reportaje sobre el municipio de Trigueros del Valle
NOTA: Se pueden concertar visitas al castillo llamando al teléfono 983 580 401