Es Mucientes pueblo viejo de resonancias medievales que, pese a su cercanía a la capital, mantiene su esencia rural. Algo muy encomiable en los tiempos de destrucción del caserío tradicional que ha asolado a la mayoría de los municipios del entorno de Valladolid.
Corría el siglo XII cuando la villa de Mucientes ya tenía alguna relevancia, aunque entonces aún perteneciese al alfoz de Simancas, según se constata en algunas donaciones del poderoso Conde Ansúrez.
Sin duda, las piedras de su viejo castillo –Palacio lo llaman- ha surtido de munición arquitectónica a no pocas casas, algunas de las cuales añaden en sus fachadas escudos e inscripciones que advierten de un pasado noble y notable.
Más, de entre todas las historias me quedaré con aquella que puede resumirse diciendo que en el castillo de Mucientes entró una loca y salió una reina: en 1506, Felipe El Hermoso encerró en el castillo a su esposa Juana con la intención de que fuera inhabilitada para reinar. Pero no le salió bien la jugada, pues reunidas en el castillo las Cortes del Reino, la nobleza castellana no estaba dispuesta a ser gobernada por Felipe, un rey extranjero. En esa tesitura, el poderoso Fadríque Enríquez y Pedro López de Padilla convencieron a los reunidos de que Juana no estaba tan loca como pretendía su marido. Y aquella mujer, maltratada por su entorno familiar, entró por loca en el castillo de Mucientes y salió como Reina: Juana I de Castilla… aunque bien sabemos que poco habría de durar aquel reinado.
Años más tarde (1521) volvería el hijo de Pedro López, Juan de Padilla, para conquistar el castillo de Mucientes y ponerlo a las órdenes de la causa comunera…
E iniciamos nuestro paseo por las calles de Mucientes, que aunque pueda parecer pequeño, encierra suficientes alicientes. Al final del reportaje incluyo un plano de la localidad.
La llamada Capilla (en la plaza del Arco, junto a la Ronda de las Fuentes), será nuestra puerta de entrada al caserío mucenteño. Pese a su apariencia se trata en realidad de un edificio de finales del s. XIX que nunca llegó a ser iglesia, sino panera durante un siglo. Fue mandado construir con uno de los Saravia, miembro de una familia histórica y pudiente de la localidad
Lúgubre y verdaderamente curioso detalle de una fachada de la calle San Vicente, nada más pasar la plaza del Arco
Como a mitad de calle giramos hacia la plaza del Corrillo, presidida por un crucero de 1748 que hasta hace unas pocas décadas estaba en una era a la entrada del pueblo. La era de la cruz la llamaban la chiquillería que jugaba por allí
Y tomamos la calle Centro (en algún sitio la llaman Cuarto), en la que algunas fachadas muestran escudos y grabados históricos
La plaza Mayor, escalonada, es amplia y está presidida por la Casa Consistorial o Casas del Concejo (arriba, a la izquierda), un edificio que se remonta al siglo XVI, aunque ha conocido algunas reformas
Remontando la plaza hay dos edificios principales: la iglesia de San Pedro, del siglo XVI, con hechuras inacabadas catedralicias, y la Casa de la Cruz, del XVII, que ha tenido numerosos usos, hasta terminar en propiedad municipal como espacio cultural
Apuntamos hacia uno de los barrios de bodegas subiendo por la calle de La alegría, con un mural de Manolo Sierra, a la izquierda una notable casona y a la derecha el Aula Museo de instrumentos musicales ibéricos, de Paco Díez. Para visitarla es necesario concertar previamente (en este mismo blog hay un reportaje sobre el Museo). En una esquina del museo se conservan restos de la antigua muralla de Mucientes
Este barrio de bodegas es el más grande de los tres que en realidad hay en Mucientes (más de 200 bodegas se contabilizan en el municipio): además de los paisajes tan peculiares que ofrece, está el Aula de Interpretación de la Bodega y frente a ella un reciente e impresionante mural también de Sierra
Volveremos sobre nuestros pasos para, por encima de la Casa de la Cruz, tomar la calle de la Cruz o calle del Depósito, desde donde encaminaremos nuestros pasos hacia el Palacio. Nada más comenzar la calle veremos este curiosísimo dintel grabado con la frase: “VIVA LA FE EN DIOS Y MUERA LA LIBERTAD”, una exclamación que seguramente tenga que ver con al retorno de los absolutistas de Fernando VII al trono español al grito de “Vivan las cadenas y muera la libertad, viva el rey”. Hablamos de la segunda década del siglo XIX
Y nos encaramamos a la parte más alta del municipio, presidio por los restos del Palacio. Declarado Bien de Interés Cultural, su primera referencia documental se remonta a 1326. Y en él se reunieron las Cortes de Castilla para dictaminar sobre la supuesta locura de Juana
Me han llamado la atención numerosos detalles del caserío de Mucientes, del que dejo estas imágenes. Indicando que la fuente está en la Ronda de las Fuentes, desde donde comenzó este paseo
Plano del caserío mucenteño