EL HENAR, UN ARROYO LEGENDARIO

El modesto arroyo del Henar nace en tierras cuellaranas, en la provincia de Segovia. Y al arzobispado de aquella ciudad pertenecieron algunos de los pueblos de este valle y otros del páramo de Cogeces-Campaspero.

 Estos municipios quedaron definitivamente asentados en Valladolid cuando el decreto del ministro de Fomento Javier de Burgos en 1833 rehízo los límites y comarcas que han terminado por configurar las provincias actuales.

 Es el caso que el Henar recorre 25 kilómetros hasta desembocar en Cogeces de Íscar. Y junto a él, tres poblaciones que guardan recuerdos y añoranzas de lo que en el pasado fue un cauce cangrejero cuyo agua regaba huertas y movía algunos molinos: de harina primero y de producción de energía eléctrica después.

El arroyo ahora está seco en su cabecera, que nacía junto a los  manantiales  de Juarros,  las Torres y  los Peces. Pero en la actualidad necesita adentrarse en el valle de Viloria para que sean los manantiales que a un lado y otro hay aporten el escaso agua que vemos: como el del Batán o de los Morales, entre otros.

Esta precariedad de aguas sin embargo no se corresponde con la historia del arroyo, pues alimentó diversos molinos e incluso en la década de 1930 se estudió abastecer la ciudad de Valladolid con el abundante agua que manaba de las fuentes del valle de Viloria, sin menoscabar el caudal del Henar.

Contado esto, vamos a visitar los municipios de Viloria, San Miguel del Arroyo y Santiago del Arroyo, siguiendo el cauce del Henar.

Más, antes, propongo dar una caminata desde Viloria hasta el Henar. Un paseo de un par de horas entre ida y vuelta.

 

Partimos de la plaza Mayor  o del Templete (aunque ya no quede tal construcción). Por el costado derecho de una casa aislada que parece presidir la plaza arranca una callecita que nos llevará, en apenas unos pasos, a un senderillo umbrío que entre saúcos, olmos y matorrales desciende rápidamente hacia el valle y nos deja encaminados hacia el Monasterio del Henar. Iremos a tomar la parte derecha del valle, ignorando un ancho camino que arranca por la izquierda.

 

Cuando lleguemos a la disyuntiva que aparece en la fotografía, mejor tomar el camino de la izquierda, pues es más agradable y sombrío.

 

Imágenes del valle,  del camino y panorámica de Viloria. Al otro lado del valle está la fuente del Batán, de tan limpias aguas que aún cría berros. Se llama del Batán porque en ella antaño se abatanaban las lanas. Viloria, además de haber replantado el valle con diversidad de árboles incluso frutales,  está tratando de recuperar una vieja laguna que antes había en este enclave.

 

 A los pies del santuario del Henar hay una agradable y frecuentada pradería. En ella, una fuente fechada en 1833, y en la carretera hacia Cuéllar una especie de capillita recuerda la leyenda de la  típica aparición mariana a un pastor. Relatan quienes han escrito sobre esto, que la imagen de la virgen estaba en un pozo en el que permanentemente alumbraba una vela.

 

El santuario acoge una virgen de talla románica y de discutida procedencia, aunque parece claro que data del siglo XII. En torno a la devoción popular que cada año congrega miles de peregrinos, se levantaron los edificios del santuario entre los siglos XVII y XVIII, que incluye un claustro en el que están las dependencias de los monjes. Esta virgen está declarada desde 1958 patrona de los resineros, pues  recorre tierras de antigua producción resinera,  que si bien cayó en desuso frente a los derivados del petróleo, en la actualidad está conociendo una renaciente actividad. 

 

 Concluida la caminata nos dirigiremos hacia San Miguel del Arroyo por la carretera vieja,  no sin antes advertir de la presencia de un molino a nuestra derecha, y un poco más adelante, alejados de la carretera, restos del despoblado de Casarejos.

 

San Miguel del Arroyo. Algunas gentes del municipio me contaron que el Henar era un lugar vivido y que eran los propios vecinos los que limpiaban  y cuidaban su cauce. Además de cangrejos, las aguas del arroyo regaban generosas huertas y que, incluso, la rata de agua antaño se cazaba para atender los gustos culinarios o la necesidad de llenar el estómago. Por el término hay numerosas fuentes, alguna de las cuales (Fuentes Claras), de limpias aguas que surten al municipio, aunque este esté enganchado a la traída llamada de la Churrería. El término posee uno de los grandes pinares (el Negral) que antaño producía una enjundiosa actividad resinera.

 

Junto a la ermita del pueblo, un interesantísimo e ilustrado crucero fechado en 1552.

 

 A las afueras, por el valle, los restos de la ermita de la Virgen de Fuenlabradilla, un lugar de resonancias esotéricas, también conocida como del Santo Espíritu o de las Huelgas.

 

 Nuestro próximo destino será Santiago del Arroyo, una pedanía, con alcalde propio, dependiente de San Miguel.  Mas, antes no debe pasar desapercibido un gran pino aislado que sobrevivió a las obras de la autovía, gracias al empeño de algunos ciudadanos de la localidad.

 

Algunas imágenes de Santiago, en cuyo término está el mayor sabinar de la provincia.

 

 A las afueras, la laguna del Prado y un viejo molino. En Santiago, el  cauce del Henar da un giro de 90 º  hacia la izquierda, y bordeando el sabinar que se encuentra al otro lado de la autovía, va a buscar las aguas del Cega, junto a Cogeces de Íscar.

 

Si estamos dispuestos a que nuestro vehículo coja un poco de polvo, desde Santiago podemos tomar un camino de concentración que parte por debajo de la autovía y discurre paralelo al cauce del Henar. Este camino nos facilita ver otro viejo molino llamado del Valle y la antigua fábrica de rubia (fábrica del Macho) y, como el arroyo, llegaremos a Cogeces de Íscar. La fábrica de rubia producía el cotizado tinte rojo, quizá el color más empleado para la industria del vestir, al menos en el pasado.

 SUGERENCIA: En este mismo blog se pueden ver artículos relacionados con el valle del Henar: UN PROYECTO QUIMÉRICO,  UNA ENIGMÁTICA ERMITA, EL SABINAR DE VALLADOLID y  DE PUENTE A PUENTE.

UN PROYECTO QUIMÉRICO

Tan desesperado estaba el Ayuntamiento de Valladolid por la falta de agua corriente en las casas de los vecinos y por las desavenencias con la Sociedad Industrial Castellana, sobre la calidad y condiciones del suministro domiciliario de las aguas del Canal del Duero, que entre  1931 y 1935, la corporación municipal presidida por el alcalde García Quintana, tuvo  entre sus manos  el proyecto de abastecer a la ciudad con aguas traídas desde el Henar. En concreto, la captación se haría en la fuente del Batán del valle de Viloria,  y de otra media docena, más pequeñas, situadas ya en la provincia de Segovia. El gobernador civil de la época dio su visto bueno, y se aprobó un reglamento de servicio de suministro de agua cuyo primer artículo decía así: “El Ayuntamiento de Valladolid destina al uso y aprovechamiento de los vecinos de esta ciudad las aguas procedentes de los manantiales de “El Henar””. Nueve millones de las pesetas de entonces, que es el presupuesto que aquel sueño tenía, se habrían de financiar acudiendo al crédito, pues sobrepasaba las posibilidades del presupuesto municipal. El proyecto no llegó a materializarse.