Un paseo de no muchas referencias, pero de una gran intensidad. En cada lugar que posemos la vista late la vida que otrora hubo en estos parajes. La soledad que ahora los caracteriza no puede ignorar el enorme trasiego de actividad que acogía. Paisajes que han mudado a lo largo de los siglos hasta el punto de que ahora ya apenas nada tienen que ver con el origen que los fue creando: pozos y abrevaderos para asegurar el agua del ganado lanar que transitaba por estos caminos. Caminos y descansaderos que acogían el ir y venir de los ganados cañariegos, viñedos…
… Un chozo descontextualizado pues en su origen no fue refugio de pastores, sino de viñadores; una fuente que servía para surtir de agua a un antiguo asentamiento romano…
La Cañada Real Leonesa Occidental entra en Valladolid por Mayorga y la actual carretera que desde Rioseco nos lleva hasta aquella población está construida siguiendo la cañada.
Para nuestra excursión es recomendable venir desde Ceinos, y nada más pasar el punto kilométrico 249 tomar un somero camino (1) que sale a nuestra derecha. Ahí dejamos el vehículo e iniciamos nuestro paseo a pie que, entre ida y vuelta no sobrepasará los 4 kilómetros.
El paseo discurre por lo que aún se conserva de la cañada y los prados que no han sido arados por formar parte de la cañada y sus descansaderos. Estamos en Tierra de Campos y, por tanto, el paisaje no puede ser más somero. Nuestro punto de referencia es la pequeña chopera que esconde la fuente de Santiago
La primera construcción que nos encontraremos será el pozo de los Gallegos (2), uno de esos milagros de agua que hay en estas tierras. Tiene fama Tierra de Campos de seca, pero lo cierto es que los terrenos alomados que recogen el agua y la capa arcillosa que casi a flor de tierra impermeabiliza el subsuelo, hacen que sea relativamente fácil la existencia de fuentes y pozos, como este que aún da de beber a los rebaños que a diario recorren la cañada
Nuestra siguiente parada (3) será el chozo escoltado por unos almendros. Ahora supongo que poca utilidad tendrá, pero su exterior demuestra el interés de su propietario por mantenerle en pie pues está perfectamente «trullado» (o embarrado) para evitar que el agua desmorone la construcción. Aunque no veamos majuelo alguno, podemos apostar de que se trata de un guardaviñas. Es decir, un chozo que servía para guardar la herramienta de la viña y cobijar en caso de inclemencias del tiempo y en las horas tórridas del estío. La existencia de esos cuatro almendros le delata como tal, pues es tradición en Valladolid (al menos), asociar viñas y almendros. De hecho en la Edad Media lo normal es que los árboles frutales se pusieran en los viñedos o sus alrededores
Y enfilamos por el recto camino hacia una extensa pradería que a nuestra izquierda nos facilitará el paso hasta la chopera, sin tener que pisar tierra cultivada alguna. La Fuente de Santiago (4) está escondida en una pequeña chopera cuyas raíces “beben” de las aguas del arroyo de Carboneros y de las mismas aguas de la fuente. Figura Ceinos en la relación de enclaves terracampinos en los que hubo asentamiento romano. Más no significa esto que se trate de una fuente de construcción romana. En esta comarca la penetración romana fue más bien tardía (siglos II a IV d. C.) y no estamos hablando de una tradicional villa, aunque en el pago de la fuente se han hallado restos romanos. Además no nos hallamos demasiado lejos del único puente romano que sobrevive en Valladolid en el municipio limítrofe de Becilla de Valderaduey
Plano que nos ayudará en nuestra excursión