Tierra de Pinares, una comarca en la que el sur de Valladolid se funde con Segovia, y tiene en el pino y en el mudéjar sus principales atractivos.
Si a esta comarca le añadimos Tierra de Campos, se comprenderá porqué algunos expertos consideran que la provincia de Valladolid posee uno de los mejores conjuntos patrimoniales de arte mudéjar de la Meseta norte.
Tierra de Pinares es una entidad histórica, económica y paisajística con personalidad y perfil propios, por lo que me apresto a recorrer algunos de sus parajes. Un viaje que nos llevará desde Aldea de San Miguel hasta Cuéllar, no sin advertir que, aunque algo más apartada de esta ruta, está Coca en lontananza y bien merece una visita porque, además, se ha convertido en un centro importante de impulso de la extracción de resina, actividad, junto con la explotación del piñón, tradicionales (y en otro tiempo fundamentales).
Un agricultor socarrón me comentó, hace tiempo, que hasta que comenzó la fiebre del ladrillo, y por tanto el aumento de los ingresos municipales provenientes de obras y construcciones, Portillo era, sin duda, el pueblo más rico de la provincia. Y no le falta razón a tenor de los censos del siglo XIX y XX relativos a la explotación de los pinares portillanos.
Cierto es que del pino, como se dice del cerdo, se aprovecha todo: piña, piñón, cascara del piñón, resina, madera y, antes, se obtenía la pez, en función de si es piñonero o resinero.
La comarca, dominada por masas pinariegas está hendida por algunos cursos fluviales, como son el Eresma, Adaja y Henar, entre otros más pequeños, que rompen la homogeneidad del paisaje y le aportan especies forestales diversas que contribuyen a una rica diversidad vegetal.
La iglesia de San Miguel, en Aldea de San Miguel, se considera una construcción excepcional del mudéjar vallisoletano, además de ser uno de los edificios mejor conservados. Quien la visite no se olvide de apreciar la curiosidad de su puerta de entrada, en la que la portada del siglo XVI, deja entrever, sin embargo, las arquivoltas apuntadas de estilo toresano.
Muchas referencias tiene Portillo, en la que desde luego no debe faltar una visita a su castillo: pozo y ascenso a la torre. Conserva la puerta original del siglo XV-XVI. Desde la torre se pueden disfrutar inmensas panorámicas, como esta de los pinares de Portillo.
Plaza Mayor y Casa Consistorial de Montemayor de Pililla. Este municipio tiene, entre todos sus pinares, uno que llaman de la Unión, por tratarse de una explotación perteneciente, junto a otros muchos pinares en España, a la Unión Resinera. Fundada en 1898, fue en su día una de las empresas más importantes del país. El paisaje de este entorno está dominado por el pino resinero. Y si de pinares resineros hablamos no se puede olvidar el pinar del Negral que, en el término de San Miguel del Arroyo, fue de los pocos que mantuvo actividad resinera tradicional antes de que, más recientemente, se reactivara la extracción de este producto
Viloria (cuya plaza principal aparece en la foto) es, desde Valladolid, la antesala del monasterio del Henar y si hemos de detenernos en sus frescas praderías es porque, con independencia de creencias religiosas, la Virgen del Henar fue nombrada en 1958 patrona de los resineros, lo que ya dice bastante de en qué tierras nos encontramos y a que se dedicaban sus gentes en Viloria, San Miguel y Santiago del Arroyo, Montemayor, y otros pueblos del entorno. En la imagen la cubierta de la fuente donde la leyenda sitúa la aparición de la Virgen
El patrimonio histórico y monumental de Cuéllar es impresionante. Una de sus antiguas iglesias, la de San Martín, se ha habilitado como Centro de Interpretación del Arte Mudéjar. En la primera foto, parte del castillo tomado desde su reconstruido adarve y el Centro de Interpretación del Mudéjar al fondo… y una panorámica del casco urbano de la villa
Quizá el principal municipio vallisoletano en lo que tiene que ver con la fabricación de muebles y auxiliares (aunque la crisis económica le ha golpeado con fuerza) Íscar rinde homenaje a sus maestros ebanistas y carpinteros. Se trata de una escultura de Coello instalada a la entrada del municipio.
Si hay algo en Pedrajas de San Esteban con lo que la mayoría de sus habitantes se sienta identificada es, sin duda, con la ermita y paraje de Sacedón. Ya hace rato que el paisaje de pino resinero (pinus pinaster) ha cambiado al pino piñonero (pinus pinea), como refleja este frondoso pino en Sacedón. En uno de ellos se ha instalado un monumento al piñonero, que trepaba por los árboles para recoger las piñas de las que saldrá el piñón, uno de los productos naturales más exquisitos que se puedan paladear, y en el que Pedrajas está especializado.
Concluido nuestro paseo vamos a detenernos en algunos detalles relacionados con el pinar:
Chozo resinero San Macario, en Montemayor de Pililla. Estos chozos, servían a los resineros para guardar la herramienta, protegerse de las inclemencias del tiempo, pasar la noche o sestear.
Banqueto, una especie de escalerilla que se fabricaba in situ y servía para alzarse un poco más para resinar. Pinar de El Negral, en San Miguel del Arroyo.
La peguera era un horno para fabricar la pez. La resina que caía fuera del pote y se amontonaba en el suelo se mezclaba con las hojas del pino y la tierra, produciendo una masa resinosa que se conoce como sarro. Pues bien, este sarro es el que se recogía y se apilaba dentro de la peguera para quemarlo y producir la pez. Se trata de un pequeño horno construido en el mismo pinar y fabricado con ladrillo refractario. Imágen obtenida del blog Lastras de Cuéllar.
NOTA: Sobre arte mudéjar hay infinidad de publicaciones. Para quien quiera conocer con algún detalle esta expresión de los alarifes moros en tierras cristianas recomiendo los libros “Arte Mudéjar en la provincia de Valladolid”, (año 2007); y “Rutas del Mudéjar en la provincia de Valladolid”, (año 2005) ambos editados por la Diputación de Valladolid.