LA ARMEDILLA: UN LUGAR ESPECIAL

Otoño es una época excelente para dar un paseo que nos lleve desde el monasterio de La Armedilla, en Cogeces del Monte, hasta la cueva de Valdelaperra, la más larga conocida de Valladolid.

Santa María de La Armedilla es un monasterio medieval en ruinas localizado en el corazón de la vieja Castilla. Perteneciente a la orden de San Jerónimo, fue fundado en 1402, aunque los orígenes devocionales del lugar se remontan varios siglos atrás, al menos, desde el momento en que unos pastores descubrieron la imagen de la Virgen en la cueva que aún se conserva, allá por el siglo XII. Así resumen la importancia de este enclave la Asociación de Amigos del monasterio de la Armedilla, gente empeñada en consolidar lo que queda del monasterio y su entorno,  y ponerle en valor desde el punto de vista histórico y monumental.

El lugar ya era frecuentado en época prehistórica, pero hay que esperar hasta el siglo XII para encontrar la primera referencia documental al lugar de Sancte Marie Amidelle, cuando es cedido por el concejo de Cuéllar a los monjes cistercienses de Santa María y San Juan de Sacramenia. En esa época, o algo después, solo existiría la ermita-cueva que custodiaba la talla de una virgen con fama de milagrera, una granja perteneciente a los monjes y un albergue de peregrinos.

El siguiente hito en la historia del monasterio es la llegada de los monjes jerónimos en 1402 que serán quienes inicien un ambicioso proyecto arquitectónico, sobre todo en el siglo XVI que es cuando se lleva a cabo la construcción del claustro y de la gran iglesia gótico-renacentista. Con la desamortización del siglo XIX comienza la pérdida catastrófica de su patrimonio artístico y monumental. Una foto aérea permite ver la planta de la iglesia. Y desde este punto vamos a iniciar nuestro paseo hasta la cueva de Valdelaperra.

Por encima del monasterio, en el horizonte en el borde del páramo, destaca la silueta del chozo de los Pedrines de casi siete metros de altura, que será nuestra referencia.

Propongo comenzar el paseo por la parte derecha del monasterio, por un ancho camino que lo bordea. Cruzamos el valle del arroyo  Valdecascón y algún panel nos da señas de ciertos enclaves.

Tendremos que ir derivando hacia la izquierda y una vez en el páramo ir hacia el chozo de los Pedrines, atravesando o bordeando el páramo. Veremos restos de una potente construcción agrícola (quizá restos de una casa de monte).

El chozo de los Pedrines.

Justo hacia el otro lado del páramo, una antena y una pequeña caseta blanca nos marca la dirección que debemos tomar para llevar a Valdelaperra.

Llegados a la caseta, es mejor desplazarnos unos metros hacia nuestra izquierda y veremos una pequeña bajada muy marcada, que nos lleva hasta la boca de la cueva.

La cueva, de cerca de cien metros de profundidad,  pasa por ser la más profunda de las exploradas en tierras vallisoletanas. Los primeros metros son accesibles. El resto habría de recorrerlo prácticamente reptando. Fijémonos en el techo de la cueva para ver unas impresionantes chimeneas (ciegas) formadas de manera natural.

Paisaje el valle del arroyo Valimón desde la cueva.

Podemos volver por el mismo sitio o buscando un camino visible hacia nuestra derecha y con el monasterio al fondo. Bajaremos de nuevo al valle del arroyo  Valdecascón, atravesamos el arroyo y volvemos, siempre teniendo el monasterio como referencia, bordeando la vieja tapia del monasterio y pisando en algunos tramos el camino de piedra original que construyeron los monjes hace siglos.

Y… de vuelta a la Armedilla. Depende de los que nos entretengamos, en poco más de dos horas habremos disfrutado de un bello paseo.

Un plano con referencias a seguir, obtenido de SIGPAC.

NOTA: En este mismo blog hay un artículo más centrado en el monasterio: La Armedilla, en un bello paraje.

COGECES DEL MONTE Y LAS CAÑADAS QUE DISCURREN POR VALLADOLID

Vamos a tratar sobre las cañadas que atraviesan las tierras vallisoletanas, y sobre el Parque Etnográfico de la Arquitectura Pastoril que hay en Cogeces del Monte.

El Parque Etnográfico  se encuentra a poco más de 4 kilómetros de Cogeces del Monte y se asoma al  Valdecascón, un arroyo que ha labrado un vallejo que rompe la planicie.

El Parque, una reconstrucción de la vida pastoril, se ha constituido en torno a un chozo principal, el chozo de los Hilos.

Chozo de los Hilos

Presume Cogeces y la comarca de la Churrería de una tradicional actividad pastoril que se desarrollaba tanto en  los pagos habilitados para el pastoreo, como en la vieja práctica trashumante, aunque con la particularidad de     que los pastores de  esta zona en realidad no solían hacer grandes desplazamientos de sus rebaños. Es decir, que practicaban la trasterminancia, que es la forma de llamar a los movimientos de ganado que no rebasan los 100 km.

Una de las «decoraciones» que ilustran la vida en los chozos de Cogeces

El chozo era el alojamiento indispensable para protegerse de la noche, las inclemencias del tiempo y los depredadores. En su interior, una manta sobre un montón de paja, por cama, y algunas provisiones de leña, para calentarse,  eran todas las comodidades de que disponía el pastor… Eran otros tiempos.

Pues bien, el Parque Etnográfico ha reconstruido chozos y corrales, y ha dispuesto un didáctico itinerario en el que mediante paneles va describiendo la importancia de la actividad ganadera de la comarca. Incluye la posibilidad de practicar los juegos tradicionales en los que los pastores entretenían su tiempo libre, que debía ser mucho si tenemos en cuenta que no se ordeñaba diariamente a las ovejas, pues su aprovechamiento era para obtener lana y la elaboración de quesos para el consumo local.

Chozo de los Pedrines, de gran altura y su panel explicativo

Otra particularidad de la zona de la Churrería era la forma de uso de los chozos y los pastos. Cada pastor usaba el corral que mejor le conviniera en razón de los pastos que cada año le hubieran tocado en suerte. Hasta que los pastores no terminaron por ser propietarios de sus propios rebaños, ya en el siglo veinte, eran contratados por los dueños del ganado por un salario que incluía  algunas ovejas como pago en especie. Por su parte, los propietarios de los corrales y los pastos se conformaban con recoger el estiércol, que usaban como abono.

No muy lejos de aquí, hacia el Oeste, discurre la Cañada Real Soriana que viene desde Peñafiel hasta Medina del Campo, donde se une a las cañadas que conducen a Extremadura. Por aquí pasaban los rebaños sorianos y burgaleses que en el invierno buscaban las cálidas tierras extremeñas. Esta cañada, dice Federico Sanz Rubiales, que escribió un interesante libro sobre las cañadas  de Valladolid, también se conoce en otros pagos de la provincia como Cordel Real Burgalés, y en el término de Cogeces del Monte se la denomina Cañada de Baitardero, nombre de una fuente por la que pasa.

Y esto nos lleva a que Valladolid es uno de los territorios españoles con mayor número de kilómetros de cañadas, pues la provincia, por la posición central que ocupa en la Meseta, está atravesada por cinco cañadas cañadas principales:  la Real Leonesa Occidental, la Real Leonesa Oriental, la  Real Burgalesa, la Real Soriana y la Real de la Plata. También cruzan otras cañadas “menores”, como la de Martín Abad, la Montañesa, la de Tamarizo y la de Marrundiel, por citar algunas. En total, 4.129 km. están clasificados como vías pecuarias, en las que se incluyen las cañadas propiamente dichas (unos 450 km.),  cordeles, veredas, y coladas. Si se añaden los terrenos  que ocupan los descansaderos, unas 11.800 Ha. están dentro de la protección que dispensa la Ley de Vías Pecuarias, de 1995. Bien es verdad que la avaricia urbanizadora y la labranza  han invadido ilegalmente parte de las cañadas y descansaderos.

Cada primavera, algunos rebaños atraviesan la provincia en busca de los pastos del Norte. Este fotografía, realizada por Jonathan Tajes fue publicada en El Día de Valladolid.

No obstante, esta extensa red cañariega ha consolidado puentes, chozos y corrales, abrevaderos y pozos, además de haber generado un patrimonio histórico y etnográfico de extraordinario valor. Un patrimonio que empezó a consolidarse cuando Alfonso X, en 1273, reconoció al Concejo de la Mesta sus derechos inmemoriales.

Chozo y corraliza en Quintanilla de Arriba
Corrales de Duero, en el Valle del Cuco.

Si bien las cañadas han perdido casi por completo la función para la que se fueron abriendo paso por páramos, valles y bosques, aunque se siguen usando en parte,  ahora les queda la oportunidad de constituirse en un recurso para la educación, el recreo y el contacto con la naturaleza, tal como propone la Ley de Espacios Naturales de Castilla y León.

NOTA: en este mismo blog hay sendos artículos sobre Cogeces del Monte: Cogeces del Monte: piedra e historia y La belleza del hematites. El primero ofrece un paseo por el casco urbano del municipio, y el segundo un visita al museo de geología que hay en la localidad (muy interesante, por cierto).

COGECES: PIEDRA E HISTORIA

Vamos a recorrer Cogeces del Monte. Municipio de antigua vocación pastoril en pleno páramo de Montemayor-Campaspero.

Piedra e historia acompañan en todo momento el paseo por el pueblo.

Insinuaré un itinerario pero, en definitiva, es mejor irse encontrando con rincones y paisajes, de los que Cogeces no está precisamente escaso.  Un pueblo que hunde sus raíces en el Paleolítico y que ofrece diversos puntos de interés: no solo su casco urbano que ya se dibujaba en el siglo XII,  y su entorno labrado por arroyos y manantiales, sino los interesantísimos restos del monasterio jerónimo de  la Armedilla,  que  viene del siglo XV; el Parque Etnográfico de Arquitectura Pastoril;  dos museos (más correcto sería llamarlos colecciones); y una de las fachadas de iglesia más original que pueda encontrase en la provincia de Valladolid…

… Pues a ello vamos.

 

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Partimos de la plazuela de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, del siglo XVI, con una fachada posterior de no mucho interés artístico pero sí realmente curiosa: un auténtico retablo que relata hechos religiosos y da fe de personajes históricos. Fue Juan de Rodrigo, párroco de Cogeces e importante personaje de la jerarquía eclesiástica,  quien en el s. XVII la mandó construir,  ocultando la original.  Fachada en la que se ensalza, sobre todo, el dogma de la inmaculada concepción de la Virgen, asunto polémico en el seno de la Iglesia durante siglos

 
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Al costado de la iglesia se abre un pequeño jardín, que da paso a la puerta de difuntos (en este municipio parece que a los difuntos no se les metía en la iglesia, sino que se oficiaban los funerales bajo el atrio). Junto a la puerta, uno de los hitos históricos, que servían para delimitar pastos, fuentes y cañadas  

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En esta plaza se conservan restos de una señorial construcción que, por el blasón del arco de entrada, seguramente perteneció a los duques de Alburquerque

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En la misma plaza, que probablemente está construida sobre la aldea original de allá el s. XII,  pueden apreciarse dos puertas características del  XVII

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Por la calle de la Fe, que sale casi frente a la iglesia, vamos a la calle de la Armedilla, donde hay un edifico muy característico de algunas fortunas que se labraron en las colonias. Fue, en su día, casino…


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… Y en el callejón de Gil se encuentra esta sencilla pero interesante casa. Las fachadas de las casas no permiten hacerse una idea de que, muchas de ellas, tenían grandes corralones para el ganado lanar

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Calle Mayor, que se construyó en la expansión del viejo caserío medieval

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Plaza de la Constitución: Ayuntamiento y templete

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En la misma plaza una vivienda,  que en su día fue posada, exhibe un arco procedente del monasterio de la Armedilla. El monasterio, además de convertirse en cantera tras su desamortización en el s. XIX, proveyó de escudos y dinteles a unas cuantas casas de Cogeces

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En la calle Real, que viene a continuación, se puede ver una de las casas más antiguas de Cogeces

 
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En una fachada con la que sin duda nos toparemos, está el escudo de Beltrán de la Cueva, que fue el primer duque de Alburquerque, cuyo castillo está en Cuéllar. No podemos olvidar que Cogeces en su momento perteneció a la Comunidad de Villa y Tierra de Cuéllar

 
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12-cropDiversos detalles del caserío que se encuentran principalmente en las calles Mayor y Central. Algunas de las casas ofrecen aspecto de una posible construcción fortificada

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Ménsulas también provenientes de la Armedilla

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Vista sobre uno de los valles que rodean a Cogeces, y panorámica del caserío al atardecer

 
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Centro Etnográfico de la Vida Pastoril, al que se llega desde la carretera que une Cogeces con la Armedilla…

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… Y panorámica de la Armedilla. Imagen tomada del blog Ermitiella, de la arqueóloga Mariché Escribano, gran conocedora y amante de su pueblo: Cogeces del Monte

 

NOTA: Del llamado Museo de Ciencias Naturales hay un reportaje en este mismo blog “Valladolid la mirada curiosa”. Y no hay que olvidarse del Museo del Ayer Orrasco.

LA BELLEZA DEL HEMATITES: MUSEO DE COGECES DEL MONTE

Valladolid es la provincia de Castilla y León más pobre en variedad de minerales y rocas. Sin embargo tiene, según los expertos, la mejor y más amplia colección de minerales de la Comunidad Autónoma.

Esto es posible porque Cogeces del Monte acoge, en unas viejas escuelas de propiedad municipal, un sencillo pero interesante Museo de Ciencias que ofrece al visitante una muestra de cerca de 1.500 piezas procedentes de muchas regiones de la Tierra.

El promotor y propietario de la colección es Alejandro del Valle, profesor de Cristalografía y Mineralogía de la Universidad de Valladolid. Pero su hija Alejandra también está implicada en la colección y, de hecho, también hace las visitas guiadas del mismo.

Aunque pueda parecer un tanto árido, el mundo de la mineralogía  es importantísimo por cuanto las sustancias minerales son las principales constituyentes del planeta. No es de extrañar, por tanto, que muchos de los cristales que aquí se exponen sean un minúsculo punto donde la física, la química y la geometría se confabulan para ofrecer bellísimas imágenes.

Entre los conocidos hay minerales metálicos, energéticos, gemológicos y ornamentales. Y de buena parte de todos estos hay muestras en el museo de Cogeces del Monte. En él están expuestos ejemplares de uranio y muestras de zafiro; la rara crocoita de Tasmania se expone junto a la variscita, uno de los primeros minerales que utilizó la humanidad para la fabricación de collares y adornos.

La colección de Alejandro del Valle se ha ido consolidando tanto con las muestras que él mismo hay ido recogiendo como por las aportaciones de muchos amigos y colegas, algunos de los cuales le remiten piezas desde diversos países del Planeta, de ahí que haya incluso una amplia vitrina dedicado a minerales de Alemania, así como estanterías dedicadas a Asia, África u Oceanía.

Ligado a las indagaciones sobre minerales, están los fósiles, de los cuales no falta una digna muestra en el museo desde la era  del Paleozoico.

Como buena parte de museos y colecciones de Valladolid, no es posible la visita a cualquier hora y día, pues carece de los recursos suficientes como para disponer de personal permanente. Por eso, para visitarla es preciso concertar día y hora a través del teléfono 675 118 608. Y, por cierto, está deseando recibir visitas.

 

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La colección se dispone en un par de salas de las viejas escuelas de Cogeces


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Diversos paneles y fotografías ayudan a un mejor conocimiento del mundo mineral, aunque la colección la enseña y explica personalmente Alejando del Valle

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¿Quién dijo que el yeso no puede ser bello?. En la imagen de arriba una muestra de rosa de yeso cristalizado recogido en el entorno del monasterio de la Armedilla (Cogeces del Monte)

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Imágenes de algunas estanterías de la colección

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Alejandro mostrando algunas de las vitrinas del Museo

 

8-crop Una muestra de hematites y magnetita con cuarzo procedente de China

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Muchas piezas pueden resultar llamativas, como esta muestra  de pirita

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Dos armarios recogen muestras de fósiles de diversos lugares de Castilla y León

CUEVAS VALLISOLETANAS

Valladolid no puede presumir de cuevas naturales, por lo que bien poco merecería la pena siquiera comentar sobre este tema. Pero a fuer de tener un buen conocimiento de las condiciones geomorfológicas de las comarcas vallisoletanas han de citarse las cuevas de Valdelaperra y la sima del Pinar, en Aldealbar.

Las incursiones que la Unión Espeleológica Vallisoletana ha realizado en oquedades susceptibles de tener algún interés,  indican que la angosta cueva de Valdelaperra, cuya boca está en un pequeño roquedo calizo (cantil) que  mira al arroyo de Valdecascón, en el término de Cogeces del Monte y no muy lejos del monasterio de la Armedilla, apenas llegará a medir unos cien metros y su interior no ofrece nada interesante –foto que ilustra el artículo-. Eso sí, desde su entrada se puede disfrutar de un espléndido paisaje.

Otra cueva, sita en un pinar del término de Aldealbar, tiene alguna mayor complejidad. Para acceder a ella hay que descender por un estrecho pozo de unos cuatro metros de profundidad y en su interior hay dos ramales, uno de los cuales llega a medir ciento cincuenta metros, y buena parte de su recorrido puede hacerse de pie. Esta cueva, que se puede llamar “sima de Aldealbar”, no debe confundirse con la llamada “cueva de la Mora”, en el mismo término pero ya en el borde por donde se desciende al valle del Valcorba.

Esta  cueva de la Mora, sin ningún interés espereológico,  representa una de las viejas leyendas de cuando la ocupación sarracena. Varias cuevas y fuentes hay en la provincia que reciben el mismo nombre y, de todas, se narra la misma historia: habitado el lugar por una musulmana, esta salía al atardecer a beber y lavar sus ropas en un fuente próxima,  y aprovechaba los últimos rayos del sol poniente para peinar sus cabellos con un peine de oro.

Para ver otras posibles hendiduras en los cerros vallisoletanos hay que adentrarse en algunas minas de yeso, como las de las Mamblas de Tudela, acaso las más profundas. Una incursión no muy aconsejable por lo inestable de la cubierta que con facilidad produce peligrosos desprendimientos, aunque sí es posible asomarse a su embocadura.