En este recorrido que estoy haciendo por los barrios de Valladolid, enfrentarse al centro no deja de ser una temeridad. Primero por su gran extensión; segundo porque si un barrio se caracteriza por una bulliciosa población, más mayor o más joven, el centro de la ciudad sería, casi, como un anti-barrio: los negocios de todo tipo, especialmente bancarios, textiles, de comercio en general, y oficinas y despachos han depredado bloques enteros de antiguas viviendas dejándolos huérfanos de habitantes. Si siguiéramos al camión de la basura en su rutinaria tarea de vaciar contenedores, observaríamos que en ocasiones los trabajadores ni se molestan en arrimarles al camión porque, simplemente, están vacíos: ni una monda de naranja. Aunque a fuer de ser sinceros, Valladolid no sale mal parada en comparación con las otras capitales de provincia, en cuanto a despoblación del centro histórico y comercial. También hay que decir que el centro es acaso el barrio con menos (por no decir inexistentes) dotaciones al servicio de la vecindad: centros cívicos, polideportivos, centros de personas mayores, etc.
Tampoco encontraremos comercio tradicional, sino básicamente, grandes cadenas de venta. Pero cuando pase por la Plaza Mayor no deje de acercarse al escaparate de Ferretería Villanueva, todo un clásico que hunde sus raíces en el siglo XIX.
Recorrer el “barrio” centro de Valladolid de una sola tacada exige una selección de puntos de interés: no en vano aquí están todos los principales monumentos, edificios históricos, casas nobles y principales, aquellas viviendas de “renta antigua”, los edificios del crecimiento burgués del siglo XIX, etc. Si seguramente dos personas no coincidirían en dibujar su pequeño barrio de la misma manera, imaginemos la imposible tarea de resumir el centro de Valladolid.
Porque, aunque Valladolid aparezca, y con razón, en los libros como el ejemplo entre las ciudades españolas de destrucción de su casco histórico en los años 60 y 70, no deja de ser una población que puede presumir de una gran cantidad de patrimonio; y los diferentes gobiernos municipales de la democracia, con mayor o menor fortuna, han acometido el loable esfuerzo de poner en valor lo que quedaba.
En descargo de aquella barbaridad, alguno de los máximos responsables de dar luz verde a la construcción de horribles y gigantescos bloques de viviendas y oficinas donde no se debía, aseveraba que la sociedad de entonces “aplaudía” aquellos edificios porque los consideraba una modernización de la ciudad de provincias que era Valladolid.
Dicho todo lo que antecede, recorreremos un variado censo de lugares, dejando de lado, no por falta de interés, sino por sobradamente conocidos, templos religiosos y otros muchos edificios principales.
Venga, a la calle… para un largo paseo.
Iniciaremos el recorrido en el palacio de Villena (calle Cadenas de San Gregorio), un buen ejemplo de la arquitectura palaciega vallisoletana. Del siglo XVI, su patio es muy interesante y nos sirve para dejar advertido que Valladolid aún conserva algunos patios renacentistas interesantes en su casco histórico. El palacio es ahora sede del Museo Nacional de Escultura y, como veremos en otros edificios, obsérvese el añadido contemporáneo que se ha llevado a cabo en la parte izquierda de la imagen
La plaza de Santa Brígida nos ofrece el palacio del Licenciado Butrón (seguimos en el siglo XVI-XVII), ahora sede del Archivo General de la Junta de Castilla y León (y que requirió un importante trabajo de restauración), y junto a él, la iglesia que da nombre a la plaza
Por la calle San Ignacio vamos hasta el Viejo Coso (1833): antigua plaza de toros ochavada, luego cuartel de la Guardia Civil y, finalmente, recuperado para viviendas. Un gran cedro preside el agradable e íntimo patio
La plaza de Fabio Nelli (banquero del siglo XVI) nos muestra otro importante palacio renacentista que alberga el Museo de Valladolid y, junto a él, separados por la mítica calle de Expósitos, el palacio de los Marqueses de Valverde, de construcción un tanto anterior a Fabio Nelli: hay que reparar en los medallones y esculturas que adornan su fachada. Los marqueses de Villaverde fundaron parte de su fortuna con la extracción y venta de hielo que mandaban traer de la montaña palentina hasta las poblaciones castellanas
Por la calle San Ignacio seguimos hasta el Museo de Arte Contemporáneo, mal llamado patio herreriano, pues oculta el nombre de su verdadero arquitecto, Juan de Ribero Rada. Otro ejemplo de recuperación de un edificio, especialmente la capilla de los Fuensaldaña (que se corresponde con la fotografía). Muchos avatares conoció el proceso de rehabilitación y uso del edificio, pero en esta ocasión lo dejaremos indicando que los artífices de la rehabilitación fueron los arquitectos Juan Carlos Arnuncio, Clara Aizpun y Javier Blanco…
Y si de arquitectos hablamos hay que citar a Gabriel Gallegos y Primitivo González para hablar de la rehabilitación de la vieja iglesia de San Agustín (s. XVII), ahora Archivo Municipal. Un edificio que solo conservó las paredes, y cuya arquería luce como una seña de identidad del mismo. Curioso fue el periplo de estos arcos, una vez que buena parte del claustro de la iglesia se demolió en 1925: anduvo por el Museo de Valladolid (de Arqueología se llamaba antes), por los jardines del Campo Grande, por el Museo Nacional de Escultura, y en la Casa del Sol de Cadenas de San Gregorio… hasta que, por fin, volvieron a su lugar de origen
Y forzoso será asomarse a la calle de Santo Domingo de Guzmán, calle, sin duda, de un ambiente especial y único
Sobre el primitivo alcázar de los reyes de Castilla, se levantó la iglesia y monasterio de San Benito. El templo, de hechuras catedralicias, sigue imponiendo incluso después de que tras un incendio perdiera buena parte de su monumental fachada. Ahora, el monasterio alberga dependencias municipales. Sin duda, uno de los rincones más históricos y monumentales de Valladolid
En esta casa, frente a San Benito, tuvo su taller el escultor y pintor Alonso González Berruguete (s. XVI). Es una lástima que no pueda visitarse el interior, que conserva en muy buen estado la traza original: patio, galerías, columnas, escalera, etc. Por la calle General Almirante, lateral de la casa, enfilamos hacia…
… La Plaza de los Arces. Señorial y de interesantes edificios acoge, como no queriendo molestar, una escultura alegórica del nombre de la plaza, realizada por Benito Mauleón en 2002. Por favor, no la ignoren. Pero, además, si nos fijamos en el edificio de ladrillo, con sus balcones, que hay en la embocadura de la calle Leopoldo Cano (que conduce hasta el Calderón), no se verá este rótulo, sino el de calle de las Damas, que es el original, aunque ya no se emplee
Por la estrecha calle Guadamacileros llegamos a la calle de Platerías. Calle renacentista y que por harto conocida no me detendré en detalles, salvo insistir en que nos hallamos en una calle que marcó el, digamos, Valladolid que dejaba atrás el trazado medieval anterior al tremendo incendio de 1561
Cierto es que muchas poblaciones castellanas disponen de soportales, pero tengo la impresión de que los habitantes de Valladolid, a fuer de transitarlos no les dan el valor arquitectónico, histórico y cultural que tienen: toda la Plaza Mayor y entorno, con estos soportales vienen a decir que fue lugar de grandísima actividad comercial y artesanal. Ahora, abrigo de intemperies invernales y sombra de tórridos estíos, los soportales permiten sosegados y confortables paseos
Detalle de uno de los atlantes del “moderno” edificio sito en la plaza del Corrillo, en cuyos bajos se refugia lo que quedó de la mítica cafetería Ideal Nacional. Fue edificio polémico en su época (1926) porque rompía la traza clásica de la Plaza Mayor, aunque no mucho más que el edificio de Repullés que ya se había construido en la misma plaza con la esquina de Ferrari y que aparece en la fotografía
La histórica calle Santiago: una imagen de las coronaciones de tres emblemáticos edificios de la misma. Al final, ya en la embocadura de la Plaza de Zorrilla, una placa en el suelo recuerda por donde pasaba el Esgueva. Al fondo, a la derecha, edificio de 1912 que en sus bajos acoge unas oficinas bancarias. Estamos en pleno ensanche burgués de Valladolid…
… Y llegamos a la Plaza de Zorrilla… Casa Mantilla… al fondo, inicio de calle Miguel Iscar… Edificios modernistas… también torre más que discutibles en la esquina con calle Santiago… Campo Grande… puro sabor vallisoletano de contradicciones