PASEO TURÍSTICO POR VALLADOLID CON ZORRILLA

Boris de Tannenberg en su libro “La poesía castellana contemporánea” (escrito en francés y editado en 1889), dedicó un capítulo a José Zorrilla. El joven  Tannenberg visitó al poeta en Valladolid en algún momento (no precisado) entre los años 1885 y 1888. Nuestro poeta por aquél entonces vivía en la calle de los Baños (actual Echegaray y próxima al viejo mercado de Potugalete).  Fruto de aquella visita, el francés publica en su libro el relato de un paseo -hoy día diríamos turístico- que le ofreció Zorrilla.

Voy a reproducirlo completo, pues es una deliciosa descripción de cómo Zorrilla veía los monumentos, así como de algunos comentarios de las cosas de la ciudad.6323525-l

En las palabras del poeta veremos cierta acidez y crítica por el estado lamentable de algunos monumentos, pero en modo alguno significa esto desdén o desapego, pues si de algo presumió Zorrilla fue de su amor por Valladolid.

Contado esto, dispongámonos a dar ese paseo con Zorrilla,  no sin antes advertir que el texto de Tannenberg es conocido gracias a  la traducción que en su día publicó Narciso Alonso Cortés, y del que Begoña de Vicente, en su día trabajadora de la Casa de Zorrilla, me hizo partícipe.  Las fotos son del Archivo Municipal de Valladolid, y los grabados del libro “Recuerdos y bellezas de España (Valladolid)”. Salvo la foto del tranvía, que es de 1910, el resto de las imágenes se corresponden con la época en que poeta y crítico literario dieron el paseo.

 

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Dos minutos después estamos en la calle, y marchando siempre a su paso menudo y vivo, no cesa de hablar y de explicarme todo lo que pasa ante mis ojos, con un relieve pintoresco de lenguaje y un verbo humorístico encantador, que no puedo reproducir.

Este es Valladolid, donde he nacido y he venido a pasar mis últimos días… Me han dado la sinecura de cronista de la provincia, una manera delicada de ayudarme… Nadie conoce esta ciudad mejor que yo; yo sé de memoria todas las casas, todas las piedras antiguas… No es, por otra parte, de las más curiosas de España desde el punto de vista artístico; los turistas no encuentran gran cosa. Su mayor riqueza son los recuerdos a ella ligados…

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… Espere usted, que le he traído delante de la catedral: es un enorme edificio inacabado, obra del arquitecto de Felipe II, Herrera, el mismo que hizo el Escorial… Aquí, como en el Escorial, triunfa la línea recta: una arquitectura fría y pesada…

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… He aquí algo que vale infinitamente  más; es lo que nosotros llamamos la Antigua, una iglesia románica del siglo XI; hace largo tiempo que no se entra en ella, porque amenaza ruina. La torre es de una pureza de líneas, de una esbeltez incomparable; a mí me ha tenido siempre prendado, y he hablado de ella en una de mis leyendas. Pero se desplomará el mejor días, falta de las restauraciones necesarias; estamos en una negligencia estúpida y en beocismo artístico sin límites…

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… Al paso, voy a mostrar a usted la casa donde yo nací; ahora está deshabitada y en  lastimoso estado: siempre he tenido el proyecto de rescatarla algún día (se refería el poeta a la actual Casa de Zorrilla, que está detrás del edificio de la Diputación que aparece en la imágen)… Está justamente al lado del palacio donde nació Felipe II; hemos sido vecinos… ¿Ve usted esta ventana de la planta baja cuya reja ha sido cortada en dos y está sujeta por una cadena? Por aquí se le hizo salir para bautizarle por la parte frontera, en el convento de San Pablo…

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 … La fachada de este convento es una joya artística: fíjese usted que riqueza, que variedad de adornos! Admiro que hubiera hombres bastante pacientes para hacer esto…

 
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A dos pasos de aquí, quiero que vea usted también la fachada del colegio de San Gregorio, (actual Museo de Escultura) que es una verdadera maravilla… Como el carácter religioso del edificio no ha retenido la imaginación un poco libre del artista, hay aquí mucha más audacia y fantasía. Entreténgase usted en estudiar un poco los detalles: estos escultores de la Edad Media tenían caprichos de un grotesco inestimable…

 
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… Vamos ahora a dar una vuelta a la Plaza Mayor. Pero está un poco lejos; tomemos el tranvía… Hele precisamente ahí abajo… Pst! Pst… Oh! No tenga usted prisa; esperará cinco minutos si es preciso; no estamos en París, donde hay que correr detrás del ómnibus…

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… Podría llevarle a usted a la casa de Cervantes, pero está muy lejos y no tiene nada de particular. Está en venta, y me la han ofrecido, no muy cara. La proposición me tentaba: el viejo Zorrilla terminando sus días en la casa de Cervantes, no estaba mal. Pero después de pensarlo desistí, porque la casa no es habitable, y hubiera estado muy mal… Ya llegamos…

 

h 2 jacvoa 1870 jean laurent-crop … Está la plaza rodeada de soportales, es un bello efecto ¿no es verdad? Está en el centro mismo de Valladolid, el lugar de cita de los tontos desde las cuatro de la tarde (en la imágen, el tramo de la Plaza Mayor que entonces se conocía como Acera de San Francisco, por el convento que en su día había aquí)… En este país se pasa el tiempo en pasear… En este momento no hay animación; el día es caluroso y es cerca de mediodía… Podemos volver a pié. (A una señora que pasa) Buenos días, doña Rafaela ¿está bien su marido? Vamos, me alegro… (A mí) Es la peinadora de mi mujer…

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… Pasamos por el mercado; entremos. Quiero que pruebe usted una sandía. (Al vendedor) ¿Son buenas tus sandías? ¡De seguro! Bueno, pues mándeme una; mándame también un melón… (Continuando el camino). Toda esta gente me conoce y me saluda, ya ve usted. No hay en España hombre de letras más popular que yo entre las clases obreras… Cuido, por otra parte, de mi popularidad; no soy hosco y hablo a todo el mundo… Ya estamos de vuelta; entremos… Usted primero, se lo ruego.

Almorzamos con champagne, con un buen humor de estudiantes… Sin embargo se hacía preciso renunciar a la lectura, a la deliciosa charla. La hora de partir había llegado. Zorrilla quiso acompañarme hasta la estación…

… Y continúa su relato el joven francés Tannenberg…

… Como había tiempo, fuimos a pie, para tomar un poco el fresco… Él, fatigado, no hablaba, marchando sin apresurarse, con las manos cruzadas atrás; yo, con esa angustia y esa tristeza que acometen después de todos los instantes dichosos pasado en cualquier sitio, cuando, al caer el sol, es preciso decir adiós y reanudar la marcha… soñando con tantos recuerdos evocados y escuchando todavía resonar en mi oído el eco de tantos hermosos versos… 

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… Seguíamos el paseo de álamos que se extiende en el Campo Grande. Es allí donde, en los tiempos heroicos de Valladolid, se celebraban los autos de fe. Veía yo el jardín público animarse y la multitud esparcirse para el paseo vespertino… «Heme en el coche: ciérranse las portezuelas. El poeta, subido en el estribo, me da el último apretón de manos. Puede usted jactarse, me dice, de haber confesado a Zorrilla.

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Parte el tren, deslizándose al principio con lentitud; y le veo todavía largo tiempo, de pie en el andén, saludándome siempre con ese ademán español en las manos, tan gracioso y tan amigable.

DE PASEO CON JOSÉ ZORRILLA

Ninguna duda cabe de la indisoluble vinculación del poeta José Zorrilla con Valladolid: por nacimiento, por las  temporadas que vivió a lo largo de su vida en la ciudad, por haber sido Cronista oficial, y por ser su última y definitiva morada.

Bajo ningún concepto intentaré resumir la vida tan azarosa e intensa de Zorrilla, que daría para una densa y gruesa novela, pero déjenme indicar que acaso haya sido el literato que mayor popularidad alcanzó en toda la historia de la literatura española: indescriptible fue la multitud que acudió a su entierro en Madrid; imposible de medir la cantidad de madrileños que acompañaron su cadáver para traerlo a Valladolid, delante de cuyo féretro se descubrió el Rey; e inmensa la comitiva vallisoletana que desde la estación del Norte le rindió homenaje durante su traslado al cementerio del Carmen.

Con estas premisas propongo un paseo por la ciudad siguiendo el rastro del poeta y dramaturgo, no sin antes advertir que este artículo solo ha sido posible gracias a la información que me ha facilitado el amable personal de la Casa de Zorrilla, Ángela Hernández y Begoña de Vicente.

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Casa natal, en la calle Fray Luis de Granada, que en su época se llamaba Ceniza. Nació el 21 de febrero de 1817 y en ella habitó sus primeros 7 años. Esta casa fue adquirida por el Ayuntamiento en 1917 con motivo del centenario del nacimiento del poeta, para albergar en ella un museo dedicado a Zorrilla

 
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Pila bautismal de la iglesia de San Martín, donde fue bautizado el 1 de marzo de 1817

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Detalle de la calle de San Martín, en la que, aunque muy reformadas, se aprecia la estructura de casas de estructura medieval: un portal de acceso y las  habitaciones ordenadas en sentido vertical
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Antigua plaza de toros (ochavada), entre la calle San Quirce y San Ignacio. Construida en 1833 estuvo en uso hasta 1890, cuando se construyó la del paseo de Zorrilla. Luego fue casa cuartel de la Guardia Civil. En este lugar, ahora conocido como “el viejo coso”, presenció el poeta alguna corrida de toros allá por 1866

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Y nos vamos hasta el Teatro Calderón, en el que también en 1866 recibió un homenaje de su incondicional público: el 26 de febrero de 1886 se celebró el natalicio del poeta representando una loa titulada “Valladolid y Zorrilla”. Ese mismo año hizo una lectura de sus versos en el Teatro Lope de Vega

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En cierta ocasión el poeta anduvo por la calle de Cantarranas  (hoy Macías Picavea) con un canario de la mano: se había escapado de la jaula de un amigo, que tuvo la suerte de que el ave fuera a posarse en el balcón de la casa de Zorrilla, en la calle Baños (ahora Echegaray), y reconocido por este se lo llevó a su casa. En la imagen, la esquina donde parece que comenzó en devastador incendio de 1561

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Ya en la calle Teresa Gil, está la residencia universitaria Reyes Católicos, antes Hotel de France, donde se hospedó el poeta. El detalle de las cubiertas demuestra el estilo afrancesado tan del gusto de la época

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En la Plaza Mayor hay dos referencias importantes: el café del Norte y el teatro Zorrilla (en la foto visto desde la calle de la Constitución). El teatro lo inauguró el poeta en 1884. Y en la planta principal del viejo café del Norte (abierto al público en 1861) se reunía lo que ahora llamaríamos club de fans de Zorrilla, en una espaciosa habitación que daba a la Plaza Mayor, y a la que el poeta acudió en alguna ocasión “en elegante carruaje”

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En sus diversas estancias en la ciudad, Zorrilla vivió en diferentes viviendas sitas en las calles María de Molina, Duque de la Victoria, Baños (actual Echegaray), Chancillería (actual san Martín),  y Santiago. En la imagen, edifico de la calle Santiago 23, que por fecha de construcción y estilo constructivo fue, sin duda, contemporáneo del poeta, y una panorámica de María de Molina tal como seguramente la conociò el poeta (la foto me la ha facilitado el Archivo Municipal de Valladolid)

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Y nos dirigimos hacia el Campo Grande. En él se levanta un grupo escultórico que rinde homenaje al dramaturgo, realizado por  Aurelio Carretero e inaugurado  en 1900…

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… El Campo Grande, un paseo de álamos en vida del poeta, sin duda fue visitado con frecuencia por Zorrilla, sobre todo en sus continuas idas y venidas de la ciudad para tomar el ferrocarril o recibir y despedir a las visitas. No conoció el poeta la actual fachada de la Estación del Norte, rematada en 1895, cuya coronación está adornada con una composición escultórica de Ángel Díaz y Sánchez

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Necesariamente hemos de ir concluyendo este paseo. Por eso, desde la Estación del Norte, nuestros pasos se encaminan hacia el ocaso de la vida del poeta, aunque antes pasaremos por la Universidad, en la que Zorrilla cursó estudio de Leyes en su juventud. La fachada  barroca nos muestra  una representación del triunfo de la sabiduría pisando a la ignorancia, y el árbol de la ciencia

 
15Y ya no cabe más destino de nuestro deambular por Valladolid de la mano de José Zorrilla que rematar en el cementerio del Carmen. El llamado panteón de Personas Ilustres –una alegoría de Castilla-  se erigió también por Aurelio Carretero  y fue inaugurado en 1902,  precisamente en honor al poeta. Los avatares de este panteón requieren de  un detallado relato que dejaremos para otra ocasión. Es el caso que allí reposan los restos del vallisoletano José Zorrilla, junto a los de otras personas ilustres que le sucedieron en reconocimiento ciudadano

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Último retrato que se conoce del poeta  y que se conserva en el Archivo Municipal de Valladolid