UN COMPLETO PASEO POR EL ENTORNO DE TUDELA DE DUERO: HACIA EL POBLADO DE FUENTES.

Vamos a hacer una ruta que nos llevará por lugares y puntos de gran interés: una antigua capilla románica, un puente de hierro, dehesas y pinares. Para ello tomaremos como referencia el poblado de Fuentes.

El elemento más sobresaliente de Fuentes de Duero es  una pequeña iglesia románica del siglo XII construida en una finca -no visitable y con su aspecto original bastante transformado-. La escasa amabilidad de quienes guardan  la finca impedirá que se vea la cara sur del edificio, que es donde están la puerta de acceso y los caracteres más claramente románicos: arco de medio punto, arquivoltas y ajedrezados. Fuentes de Duero fue un poblado, una colonia con escuela incluida cuya parroquia era la iglesia románica, que perduró con este carácter hasta mediado los años 60 del siglo XX. Ahora es una explotación agrícola  de extensas tierras de cultivo. La iglesia, aunque de modesta factura, no carece de interés, ni de  notable calidad,  prueba de ello es que su retablo  ha ido a parar a EE.UU, según me relató alguien que  conoce bien el patrimonio de Valladolid.

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(Un plano que ayuda en el recorrido: a la derecha, abajo, Tudela; arriba, Fuentes de Duero; y abajo a la izquierda, la estación de Tudela de la línea de Ariza.)

Para llegar hasta aquí se parte del casco urbano de Tudela, y lo mejor es preguntar por el Camino de Fuentes. A poco de salir del municipio, algunos puentecillos salvan las acequias que sirven para traer agua al sinfín de huertas y  de frutales que iremos bordeando. Y pronto se entra en la llamada finca de la Társila. Se trata de una dehesa de encinas muy agradable que nos acompañará casi hasta Fuentes de Duero. Acotada con alambre de espino, aprovecha como postes numerosas traviesas de ferrocarril. Las señales formadas por  bandas roja y blanca nos anuncian que marchamos por la Gran Ruta 14 (GR 14) que recorre toda la orilla del Duero a su paso por Valladolid.

Llegados a Fuentes, podemos volver por el mismo camino o tomar hacia la izquierda la línea de Ariza hasta cruzar el puente de hierro sobre el Duero. Hecho esto,  podemos tomar otra decisión: volver, de nuevo hacia la izquierda, por el pinar de Santinos o, para los más andariegos, seguir la línea de Ariza hasta la estación de Tudela. Esto último permitirá ver el deterioro del trazado ferroviario, del que incluso han robado parte de los raíles. En este caso iremos atravesando el pinar de Santa Marina. En cualquier caso: de Tudela a Fuentes, 4 km., De Fuentes a Tudela por Santinos: otros 4; y si se vuelve por la estación; 5 km. desde Fuentes. Es decir, teniendo en cuenta el estado de los caminos, un paseo que, según una u otra opción, puede oscilar entre dos horas y media y tres, no más.

Pero antes nos acercaremos a contemplar una curiosidad: una colonia de nidos de abejaruco que se ha formado en lo alto del talud de una montaña de arena de una gravera que hay nada más cruzar el puente mirando hacia la derecha en dirección hacia Herrera de Duero.

 

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Travesía por la finca de la Társila. Una dehesa bien poblada de encinas.

 

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Construcciones de Fuentes de Duero. A la derecha la iglesia románica del siglo XII, y a la izquierda restos de una torre fortificada.

 

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Puente de hierro de la línea de Ariza sobre el Duero. Es transitable.

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Ganado vacuno, muy abundante en las fincas que se recorren en esta ruta.

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Nidos de abejarucos. Estos pájaros nidifican  en laderas de tierras blandas.

LA ACEQUIA DE TUDELA DE DUERO

Tal como vengo haciendo todo el verano, el paseo que hoy propongo tiene como protagonista el agua: vamos a recorrer la acequia de Valdelga, que atraviesa parte del término municipal de Tudela de Duero.  Toma sus aguas en el Canal del Duero y comienza junto a la carretera de Soria. Desde su nacimiento hasta su desembocadura (que no se puede visitar pues se precipita en el Duero entre una cerrada espesura forestal que lo hace invisible) recorre unos tres kilómetros.

Este paseo nos introduce por una zona muy desconocida y sugerente  para los forasteros de Tudela.

Es el verano quizá la mejor época, pues es cuando más agua le suelta el Canal para cubrir las numerosas necesidades de agua de las ricas huertas tudelanas.

No nos vamos a encontrar con una construcción especialmente monumental, pero sí tiene el atractivo de introducirnos en una de las manifestaciones más antiguas e ingeniosas que ha tenido el ser humano para cubrir sus necesidades de agua cuando esta se precisa en pagos alejados de los ríos. La acequia la popularizó la cultura árabe en España (de hecho el término acequia es totalmente árabe).0

El paseo lo alargaremos atravesando por debajo la carretera de Soria para volver por la orilla del Canal del Duero.

Esta ruta, que nos lleva hasta el nacimiento de la acequia, la comenzaremos en el camino de Fuentes, que lo tomaremos desde el casco urbano de Tudela.  Esta calle está en el primer tramo de casas de Tudela según se entra en el pueblo según se viene desde Valladolid. Es muy fácil de localizar a poco que se pregunte a cualquier vecino.

Durante el recorrido por la acequia encontraremos arbolado de gran porte y pequeñas huertas hasta que, ya en campo abierto, comienza a regar amplias extensiones de maizales.

Llegados a su nacimiento hemos de cruzar por debajo la carretera de Soria para caminar junto al canal  de regreso hacia Tudela. Este paso lo encontraremos con facilidad caminando unos metros según dejamos el nacimiento de la acequia a nuestra espalda, y buscamos la carretera.

Encontraremos varios puentes, y si no tenemos ningún plan concreto podemos iniciar el retorno directo hacia Tudela por el puente del Camino de Tajada: es el quinto de los que veremos y, además, una placa nos advierte de su nombre. Por él nos internamos en el caserío hasta dar con la orilla del Duero. Habremos completado, de esta forma, un paseo protagonizado por las aguas del Duero en cualquiera de sus variantes: acequia, canal y río. Un paseo de unos 2,5 km. de acequia; 3 km. de canal y 1 km.  más hasta  el punto de partida.

 

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Puentecillo del canal y lugar de comienzo del paseo (camino de Fuentes): al fondo la desembocadura.

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Uno de los ejemplares de nogal que nos encontraremos por el camino

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Restos de las viejas huertas de Tudela

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Nacimiento de la acequia de Valdelga, junto a la carretera de Soria

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Haciendo cicloturismo por el Canal

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Ejemplares de secuoyas en el Canal

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Compuerta y puente del Canal

UN PASEO POR LOS MURALES DE SIERRA ( II)

LA MANO NEGRA

Decía hace una semana que Manolo Sierra ha ido configurando su particular geografía vallisoletana a base de pintar paredes de colegios, salas de bailes, bibliotecas, plazas de pueblos y tapias urbanas.

Pero antes de hacer un repaso  de algunos murales  que aún se conservan en buenas condiciones, y dejar que cada lector o lectora decida visitar aquel o aquellos que más le puedan apetecer, es necesario recordar un par de cosas. La primera es que no todos los murales llevan la firma de Sierra, pues  en alguno de ellos el peso de la participación colectiva le hace acreedor (contando con la generosidad de Manolo) de que muchas personas se sientan autoras del mismo, tal es el caso del mural de la calle Fuente el Sol, del barrio de la Victoria, que reivindica la necesidad de huertos urbanos en Valladolid. Y la otra, es que Sierra usó en bastantes ocasiones un seudónimo: la mano negra, y por tanto en algún mural (al igual que ocurre en carteles que han salido de sus lápices) se verá estampada en la pared a modo de firma una mano negra, como ocurre, por ejemplo, en el de Valdestillas y en el de Viloria. La mano negra es un homenaje a  los jornaleros de Casas Viejas que fueron asesinados en el siglo XIX por reivindicar sus derechos. “Tal como están las cosas, tal vez tenga que volver a emplear esta firma”,  comenta Manolo.

Dicho todo lo anterior, y tirando de memoria y hemeroteca, vayamos sin más dilación a proponer algunos lugares en los que se pueden ver murales de Manolo.

ESFERAS, PÁJAROS, ESTRELLAS…

Las paredes de Serrada ya solo conservan, en las inmediaciones de la plaza Mayor, un mural de los siete que hubo: representa una panorámica de edificios de la localidad. No obstante, el mural ha sido retocado por el propietario de la casa en la que está pintado.

En Viloria, junto a las escuelas en la calle Cogeces, una paloma posada en el ramaje de un árbol contempla un arco iris que se preside todo el paisaje. (la fotografía es de Dori Montalvillo)

El antiguo teatro municipal de La Cistérniga, en la Ronda de Fuente Amarga, está casi encintado por un largo mural que se ha ido haciendo en sucesivos años, algunos de cuyos tramos son  producto de diversas promociones de alumnos de talleres de oficios: desde una gran dulzaina hasta un proyector de cine, se pueden ver objetos y temas muy variados.

Una enorme pared de Tudela de Duero sita en la calle o plaza de La Luna rinde homenaje a las víctimas del franquismo. Un mural lleno de colorido que envuelve los huesos de quienes fueron arrojados a las cunetas, en el que no faltan las señas de identidad de Sierra: los colores republicanos portados por un pájaro, las esferas suspendidas y la estrella de cinco puntas.

El exterior del Centro de Estudios Vacceos sito en Padilla de Duero, ofrece un amplio y bien conservado mural alusivo al contenido del edificio: dibujos esquemáticos  de vivos colores…

… Y el carro rojo que asomará en La Santa Espina, la próxima semana…