Este artículo lo publiqué hace varios años, pero lo reedito, con actualizaciones, además de dar noticia de otros artículos en este mismo blog sobre los puentes Mayor y Colgante, que en estos momentos están en trámite de declararse Bien de Interés Cultural. La imagen de cabecera es un grabado del 1760 de Ventura Pérez. En él se ve la puerta de entrada que entonces había en la parte del barrio de la Victoria.
Cuando el Conde Ansúrez a finales del siglo XI recaló en la aldea que luego llegaría a convertirse en Valladolid, es seguro que el Pisuerga, río caudaloso, lo viera desde la orilla opuesta al barrio de la Victoria. Había venido con un pequeño acompañamiento de soldados y algunos leales vasallos para, mandado por su rey, repoblar tierras y pacificar las relaciones con los musulmanes. Ansúrez era muy apreciado por la corte y, además, dominaba el árabe, lo que le hacía idóneo para mantener relaciones diplomáticas con los sarracenos.
Necesariamente tuvo que ver el esplendor del Pisuerga a su paso por Valladolid desde esta orilla, pues a buen seguro tuvo que haber vadeado el río en tierras palentinas, donde su menor caudal y mayor estrechez permitiría cruzar las aguas, o por el puente de Cabezón de Pisuerga, de factura anterior al puente Mayor. Además tenía que reconocer el terreno de esta parte de Valladolid y parlamentar con la gente de Cabezón de Pisuerga, población de la que entonces dependía Valladolid, que entre el Pisuerga y las Esguevas ya daba noticias de su existencia desde hacía más de un siglo.
Luego vendría la construcción del puente que, evidentemente, no es el que ahora vemos, sino seguramente tuviera una primera construcción de madera que iría dando paso a otra construcción ya en piedra hacia el siglo XIII. Además, durante la Guerra de la Independencia se volaron algunos ojos del puente.
En cualquier caso tenemos, para comenzar un largo paseo, un puente de origen medieval (s. XI) que recibe el nombre de Mayor porque así se conocía por entonces al Pisuerga: río Mayor, acaso para distinguirlo de las pequeñas Esguevas y otros arroyos que correrían por la zona, como el río Olmos, que discurría por el actual barrio de la Rubia.
Cruzamos el río Mayor y nos dirigimos hacia la orilla derecha para, a la altura del edificio Duque de Lerma, bajarnos hacia la única pared que se conserva del antiguo palacio de la Ribera, sede veraniega de la corte a principios del XVII. A la altura de los restos de la antigua fábrica de luz, sitúa la historia (en cualquier caso por confirmar) que se hizo la primera inmersión de buzos en la historia mundial: el ingeniero Jerónimo de Ayanz (que por entonces residía en Valladolid) fue su inventor y asombró a la corte que, con Felipe III a la cabeza, acudió a dar fe de la hazaña.
Pasado el palacio de la Ribera de nuevo subimos al asfalto para, frente al edificio de Cruz Roja, volver a caminos en tierra por los que, de forma más o menos intermitente, llegaremos hasta el segundo puente que se levantó en Valladolid: el Colgante. Este puente es un emblema de la modernidad y fue una demostración del hierro como nuevo y desafiante material para la construcción.
Iremos pasando, por arriba o por abajo, todos los puentes que se fueron construyendo para ensanchar Valladolid en torno a la Huerta del Rey: Poniente (1954), Isabel la Católica (1956), y García Morato (1961) hasta llegar al puente Colgante que, levantado en 1865, es el lugar por donde cruzaremos de orilla para volver hacia el Mayor.
Los pies de las fotografías que acompañan esta propuesta de paseo ilustran algunas referencias que no debemos perdernos en este itinerario que, según lo que nos entretengamos en cada lugar, no llegará a dos horas (unos 6 kilómetros).
El verano es una de las mejores estaciones para pasear alrededor del Pisuerga, lleno de vida.
A la izquierda, boca por la que desemboca el canal de Castilla, y hueco en el que estaba instalado el ingenio de Zubiaurre (inmensa noria para abastecer el palacio de la Ribera), y detrás, pintado de verde, la antigua fábrica de harinas la Perla, ahora convertida en hotel.
La antigua fábrica de la luz.
Puente Colgante (o de Hierro) y al fondo la torre del Museo de la Ciencia.
Antes de cruzar el puente Colgante fijarse en el restaurante La Goya, uno de esos establecimientos veteranos, fundado en 1902.
Nada más pasar el puente Colgante, a la derecha, esta construcción tiene un gran pozo a su costado, pertenece a RENFE y es desde donde se abastecía de agua la estación de Valladolid hasta que hubo agua corriente en la ciudad. Esta es una foto de como estaba hasta hace muy poco tiempo, pues ahora se ha reconvertido en un restaurante.
Una de las plataformas que permiten entrar en contacto directo con el agua del Pisuerga.
Restos de las antiguas tenerías, donde se curtían los cueros.
La caseta de El Catarro, barquero mítico y popular ya fallecido. Esta es una foto antigua, pues la caseta, que aún está ahí, se ha pintado con los colores de la camiseta del Real Valladolid.
Restos del palacio de la Ribera, a la izquierda el barco de recreo que surca las aguas del río.
Lo que queda de las aceñas, antiguo molino que en el XIX ya estaba en desuso. Hace dos años se ha llevado a cabo un detallado estudio de estas aceñas con el ánimo de ponerlas en valor. Queda pendiente que, finalmente, quiere hacer el Ayuntamiento.
NOTA: En este mismo blog hay dos artículos que tratan sobre ambos puentes: Puente Mayor, un puente de leyenda, y Los puentes Mayor y Colgante, Bienes de Interés Cultural.