Navegan los montes Torozos entre el mar cerealista de Tierra de Campos y la feraz campiña que labró el Pisuerga. En los mapas del XIX se dibujaban estos montes (muy desconocidos entonces) como cordillera montañosa cuyas cimas parecían perderse en la bruma… y cierto es que para una orografía tan llana como es buena parte de la provincia, Torozos representa una elevación notoria que la atraviesa de Este a Oeste partiendo Valladolid por la mitad.
Escasamente poblado por diversas causas que se han ido encadenando a lo largo de la historia, Torozos aún hasta el siglo XX se veía con cierto temor, pues arrastraba leyendas de bandoleros que campaban a sus anchas por amplios territorios deshabitados y cerrados bosques de encinas; aunque bien es verdad que buena parte de aquellos encinares han ido sucumbiendo ante el avance de las tierras de labor dispuestas en torno a grandes fincas.
El perfil de la comarca ha suscitado diversas descripciones: espina dorsal de la provincia, isla alzada sobre las aguas del mar, navío con su proa penetrando en tierras palentinas y su popa lamiendo las tierras zamoranas… pero de entre todas me quedo con la lección de geografía que sobre Torozos dio Blas, protagonista del “Retazos de Torozos” que escribiera Blas Pajarero (Pablo Rodríguez) allá por los 60 del siglo pasado, cuando aquel personaje comparó la comarca con una bacalada cuya cola está en Palencia, y pasó a situar cada pueblo en un punto de la bacalada; y tras aquella lección de geografía, añadió Blas que lo que no les contó fue “que además de andar Torozos, leí un libro de don Justo González Garrido titulado Los montes de Torozos”. Un libro, añado yo, aún imprescindible para conocer con detalle la comarca.
Y con esto dicho, haremos una ruta por algunos pueblos situados en la popa del navío que semeja Torozos, la parte más poblada de la comarca. Una comarca que tiene castillos como privilegiados miradores sobre las tierras circundantes y sus valles, algunas construcciones religiosas que son auténticas joyas, y diversos edificios civiles muy señalados.
En las dos próximas entregas visitaremos el Centro de Interpretación del Movimiento Comunero del castillo de Torrelobatón, y haremos una pequeña marcha por el entorno de Montealegre de Campos.
Este será nuestro primer destino, Wamba, cuya iglesia, no por repetida en fotos y reportajes, deja de ser una de las joyas del románico vallisoletano, y edificio notable de todo el Medievo español, considerando, además, la plaza y los edificios que la contornean
Desde el cantil de Peñaflor de Hornija, población otrora amurallada, se puede contemplar una de las vistas más bonitas de Valladolid. Municipio que también ofrece tan sencillas como notables construcciones en piedra, tal como se puede ver en uno de los chozos que “vigila” una era empedrada
Parada obligada será el Monasterio de la Santa Espina, un autténtico oasis, pero esta vez nos fijaremos en los relojes de sol que están sobre su arco de entrada y en la fachada del edificio lateral, por el que se accede al claustro. Estos relojes de sol dieron lugar al primero (y de momento único) estudio sobre los relojes de sol de Valladolid (en este mismo blog tengo publicado un reportaje sobre los mismos)
No por repetida, esta postal de la ermita de la Anunciada a los pies de Urueña, deja de ser una de las vistas más impresionantes de la provincia. Ermita de estilo románico lombardo, reposa en las praderías que se pueden dominar desde el adarve de la reconstruida muralla de Urueña
Panorámica del caserío de San Cebrián de Mazote, en la que destaca la silueta de la iglesia de San Cipriano, que si se puede entrar en su interior se verá un mozárabe notable
Entre militar y palaciega, la Casa Consistorial de Tiedra, construida en el XIX, refleja la pujanza económica que tuvo este municipio, que si se quiere visitar con detenimiento da para un denso día, debido a los muchos edificios e historias notables que ofrece al visitante, incluido el reloj de sol más antiguo de la provincia en la sorprendente ermita construida sobre el castro romano
Mota del Marqués, en otro tiempo municipio principal de la comarca, depara esta imagen, donde a la izquierda se alza el palacio renacentista de los Ulloa, a la derecha la iglesia de San Martín, del XVI, iniciada por Gil de Ontañón, y en medio, dominando desde la mota, la torre de antiguo castillo, desde donde se controla una amplísima extensión que apunta a Tordesillas y Villalar de los Comuneros, entre otras destacadas poblaciones
San Pelayo, viejo pueblo de Torozos, permite beber de las aguas de una de tantas afamadas fuentes de la comarca, rica en aguas saludables, como fueron las de Castromonte. Esta fuente de factura noble, es de los tiempos del taimado Fernando VII
Panorámica de Torrelobatón, de cuyo castillo partieron las tropas comuneras que fueron derrotadas en Villalar. El castillo alberga el Centro de Interpretación Comunero que visitaremos en el próximo reportaje
Panera o pósito de Castrodeza, un excelente ejemplo de los lugares en los que se guardaba el trigo para facilitar pan o semilla en los años de malas cosechas
Es pura poesía. Al leer esto, se comprende mejor a Castilla y a sus gentes. Gracias.
Fernando
Mucho me alegro de que te haya gustado,
He comentado muchas veces, que me encanta, todo lo que nos cuentas. La última entrega del barrio de la Victoria, me gustó mucho, puede ser porque yo desconocía parte de las maravillas de esa zona , precisamente el lunes pasado en clase de Valladolid, estuvimos comentando el auge que el Canal de Castilla tuvo para esa parte de Valladolid, hasta la llegada del ferrocarril. Leeré con detenimiento esta nueva entrega.
Carmen, se que te cuento entre mis «fieles» seguidores… ¡y bien que me alegro de que mis artículos además de gustarte te sean útiles!
Es una autentica maravilla !! lo conozco y nunca me canso de caminar por esos lares. Gracias por tu trabajo y magnificas fotos.!!