En escultura, un busto es la representación artística  de la cabeza y parte superior del tronco humano, sin presencia de los brazos. Se trata de una técnica concreta que tiene sus reglas. Es decir, no es un parte fragmentada o parcial de una obra, sino que es, en sí misma, una obra completa

Parece que el origen de esta forma de representación de un personaje está asociado a ritos funerarios, tal como se hacía en el Antiguo Egipto,  pero no necesariamente, pues en el Imperio Romano los bustos comenzaron a ser una forma de reconocimiento a personajes importantes, a héroes o a dioses. Por eso los museos de Roma están llenos de bustos. En la imágen, busto del siglo II realizado en mármol y encontrado en Medina de Rioseco que se conserva en el Museo de Valladolid.

No obstante, en las familias romanas pudientes era costumbre mandar esculpir la representación de sus difuntos, cuyos bustos solían ponerlos en el vestíbulo de la vivienda o incluso en armarios. Era una manera de seguir teniendo entre ellos a sus parientes ausentes. En definitiva, el equivalente a los retratos fotográficos que nos recuerdan a los ausentes y que ponemos en las estanterías de las librerías y en los aparadores.

Para esculpir un busto, como en cualquier escultura, se puede emplear todo tipo de materiales: madera, piedra, bronce, mármol, granito, etc.

Contado esto no abundaremos más, pues nos enredaríamos en asuntos de expertos, cosa que no viene al caso, dado que acaso también tendríamos que hablar de los relicarios de las iglesias, en los que se representa a santos o mártires.

Ese origen digamos privado de los bustos, en algún momento saltó al espacio público y es frecuente que los municipios ofrezcan a los ojos de los paseantes los bustos de personajes notables de la historia de la ciudad.

Y, en esto, Valladolid no es  una excepción. Bien es verdad que veremos que algunos de los bustos están en edificios y por consiguiente un tanto ocultos a la mirada de la mayoría del público, de los que también vamos a dar cuenta.

El busto más antiguo de la época moderna que hay en Valladolid es el que representa al alcalde Miguel Íscar (1828-1880). Miguel Íscar, uno de los más importantes munícipes que hubo en la ciudad, nació en 1828,  y ejerció entre 1877 y 1880, año en el que falleció. Se trata de un bronce esculpido por Aurelio Rodríguez Carretero (el escultor de Zorrilla o el Conde Ansúrez). Se instaló en el Campo Grande, cerca de la pajarera, en el año 1907.

No muy lejos, y más próximo a la fuente de la Fama, se instaló en 1932 el busto de Núñez de Arce (1832-1903), diputado, ministro y académico de la lengua. Su autor fue Emiliano Barral, escultor con obra incluso en el Reina Sofía, en Valladolid tuvo un monumento a  Leopoldo Cano (1936) que se destruyó durante la Guerra Civil por los fascistas.

Y el siguiente busto más antiguo de Valladolid es el que representa a Leopoldo Cano (1844-1934). Está ubicado en el paseo del Príncipe del Campo Grande. El poeta Cano fue miembro de la Real Academia de la Lengua. La escultura lleva la firma de Juan José Moreno Llebra (Chechñe), nacido en Valladolid.

Seguimos en el Campo Grande, y frente a Cano, un tanto escondida y mimetizada con el entorno está el busto de la escritora Rosa Chacel (1898-1994). Su autor es Francisco Barón y se instaló el año 1988, coincidiendo con el homenaje que la tributó la ciudad con motivo de cumplir 90 años. Barón fue Premio Valladolid de Escultura en 1983 y ha expuesto en numerosas ciudades europeas.

Y nos vamos a la Casa de Cervantes, en la calle Miguel Íscar. En el jardín que precede al edificio vemos al marqués de la Vega Inclán (1858-1942), político y militar, fue un mecenas que contribuyó a evitar el derribo de la casa que habitó el autor del Quijote. Al marqués se le considera en gran impulsor del turismo en España. El autor de la obra es Mariano Benlliure, con numorosa obra repartida por toda España y  que en Valladolid también tiene el Monumento a los Cazadores de Alcántara (1931) delante de la Academia de Caballería.

El jardín interior de la Casa de Cervantes está presidido por el busto de Archer Milton Huntington (1870-1955).  Arqueólogo y filántropo hispanista nacido en Estados Unidos, fue presidente de la Sociedad Hispánica de Nueva York. Gran contribuyente a que ahora disfrutemos de la Casa de Cervantes pues consiguió el respaldo de Alfonso XIII para mantener y rehabilitar la casa. La autora de la escultura fue Anna Vaughn Hyatta, esposa de Archer, que la donó a la ciudad en 1962. La escultora se definió como una persona enamorada de España.

El museo Casa Colón exhibe en su patio de la fachada un busto de Isabel la Católica instalado en 2004 y realizado en bronce  por José Luis Fernández, escultor ovetense nacido en 1943. De esta pieza hay una réplica instalada en el Monasterio de Guadalupe, Cáceres.

El busto de Ponce de León de la Casa Colón es obra de Carmen Wattemberg  García y se instaló en 1976. Sin embargo se trata de un segundo busto en el mismo lugar: el primero, de Cristina Carreño, se inauguró en 1971 con motivo del 450 aniversario del fallecimiento del descubridor. Pero fue robado, por eso se encargó una segunda escultura, que es la que ahora vemos. Ponce de León Nació en Santervás de Campos en 1460 y falleció en La Habana en 1521. Explorador al que se le considera descubridor de la Florida. La información del busto me la ha facilitado Francisco Furones Martínez.

En el jardín que precede al colegio de Santa Cruz, detrás del palacio, se instaló un busto de Claudio Moyano (1809-1890), realizado por Luis Santiago Pardo en 2009. Claudio Moyano fue ministro de Fomento con Isabel II y en su mandato se aprobó la ley de enseñanza más longeva de España pues no se derogó definitivamente hasta la década de 1970. Aunque nacido en la provincia de Zamora, fue alcalde de Valladolid y rector de su Universidad. La puerta de acceso, aunque parece cerrada, se puede franquear. El escultor Luis Santiago –vallisoletano-  es el autor, entre otras piezas, de las de Rosa Chacel y Jorge Guillén, en la plaza del Poniente.

En el panteón del PSOE y UGT del cementerio del Carmen, hay un busto de Pablo Iglesias Posse (1850-1925), instalado en 1998. Iglesias, que  fue  fundador de las dos organizaciones citadas, nació en El Ferrol. La autoría es de Alberto Bustos, un ceramista y escultor vallisoletano de proyección internacional.

La casa de la Beneficencia, en el paseo del Cementerio, guarda en su jardín una representación del  capitán general Carlos O´ Donnell.  Este homenaje se debe a que la institución nació en 1818 fundada por el militar, con la finalidad de “evitar la miseria y la exposición de salud pública por las aglomeraciones de pobres en la ciudad”. La obra es de Javier Polo (del que nada más he conseguido saber).  El general, uno de los políticos más influyentes en la historia de España,  estuvo vinculado a Valladolid, pues entre otras cosas  fue director de la Sociedad Económica de Valladolid entre 1819 y 1822.

En el claustro del convento de los Agustinos-Filipinos está la escultura de uno de los botánicos españoles más importantes: el padre Francisco Manuel Blanco. Zamorano nacido en 1779,  falleció en Filipinas en 1845, isla de la que hizo un exhaustivo estudio de su flora con una descripción de sus aplicaciones culinarias y medicinales. El busto es de Luis Santiago Pardo y de él hay dos versiones: una en el pueblo donde nació (Navianos de Alba), y otro en Zamora capital.

En el jardín de acceso a la Casa de Zorrilla, en 2017 se instaló un busto de Narciso Alonso Cortés, cuyo autor es el imaginero vallisoletano Miguel Ángel Tapia. Alonso Cortés (1875-1972)  fue el mayor especialista en la vida y obra de Zorrilla, además de poeta e historiador.

Nos vamos hasta Parquesol. En su plaza principal hay un busto de Marcos Fernández (1937-1998), empresario, promotor del barrio y añorado presidente del Real Valladolid. La obra, instalada en 2001,  es de Luis Santiago Pardo.

Seguimos viendo esculturas al aire libre y nos vamos hasta la Casa de la India, en la calle Puente Colgante, en la que hay un busto (más bien una escultura por cuanto se representa con brazos y manos) del premio Nobel Rabindranath Tagore donada por el Gobierno de la India en 2006, con motivo de la inauguración de la Casa.

Y nos vamos a visitar un par de interiores. En la tercera planta de la Facultad de Medicina, donde se ubican los servicios administrativos, hay una representación del doctor Mercado realizada en hormigón por el escultor Ramón Núñez, que es, también, el autor del Sagrado Corazón que corona la torre de la Catedral de Valladolid. Luis de Mercado falleció en 1611 y según el historiador  Anastasio Rojo nació en 1532 y no en 1525, como pone en la placa que preside el busto. No hay seguridad sobre su lugar de nacimiento (probablemente Valladolid). Lo fue todo en la medicina incluido médico de cámara de los reyes Felipe II y  III. Ejerció de catedrático en Valladolid y sus libros influyeron en la práctica médica de España y Europa. Con una solvente formación filosófica, se le llegó a conocer como el “Santo Tomás de la Medicina”. El mismo día que se inauguró este busto (7 de octubre de 1926) y realizado por el mismo escultor (profesor de la Escuela de Artes y Oficios), se descubrió el  busto del doctor Daza Chacón. Al acto acudieron el rector Calixto Valverde y el arzobispo Gandásegui.

En el hospital Pío del Río Hortega hay un duplicado del busto de este importante investigador. El busto original, que es el  que vemos en la foto, es propiedad del Museo Nacional de Escultura, que se lo dejó al hospital en 1990 para que hiciera una copia del mismo. La obra, de 1923, lleva la firma del escultor Juan Cristóbal González Quesada. Pío, vallisoletano nacido en Portillo,  fue propuesto por dos veces para el Nobel de Medicina. (1929 y 1937), lo que da idea de sus  trascendentes aportaciones al mundo de la neurociencia.

Concluimos este periplo por los bustos de la ciudad de Valladolid en la Casa Consistorial. En el acceso al Salón de Recepciones  hay sendos bustos realizados  en madera por Crispín Trapote: La ciega de Íscar y el Labriego Castellano. Crispín (1916-1975) perteneció a una saga de escultores vallisoletanos, de los que aún hay algún descendiente en activo: Jesús Trapote, autor del  Homenaje al Imaginero Castellano frente al teatro Calderón.

8 comentarios en “BUSTOS: UNA FORMA DE CONTAR HISTORIAS DE VALLADOLID

  1. Me encantó el artículo principalmente porque los escultores son de valladolid y el último citado Crispín Trapote, mi padre, y Jesús Trapote, mi primo. Muy contenta y llena de recuerdos y nostalgia. Felicidades!

  2. Gracias, siempre me resulta interesente conocer todas las publicaciones que recibo. Saludos desde la ciudad de Azogues-Ecuador.

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