CEINOS DE CAMPOS: UN PUEBLO DE VIEJA HISTORIA (I)

Ceinos de Campos es uno de esos municipios terracampinos que a pesar de que, como muchos de la comarca, ha venido a menos, su caserío desborda riqueza y poderío por todas sus costuras.

El trigo, con el que señores feudales y reyes   garantizaban la intendencia de sus huestes en las contiendas territoriales que han caracterizado la historia de los reinos de Castilla y León, fue siempre motivo de litigios. Más tarde llegarían las exportaciones, especialmente a las colonias españolas en América y Filipinas, y a las potencias que luchaban en la guerra de Crimea. El Canal de Castilla primero y el ferrocarril después contribuyeron a que el trigo de Castilla fuera una especie de río dorado que enriquecía haciendas, levantaba paneras  y consolidaba casonas.

Además, durante siglos la Cañada Real Leonesa, que pasaba junto al municipio, no hizo sino acrecentar la actividad de Ceinos. Pueblo que presume de vieja historia que se remonta a la existencia de una villa romana hacia los siglos II y IV d. C. Así como, sobre todo, una poderosa bailía templaria (territorio sujeto a la jurisdicción de aquella orden mitad monjes mitad soldados),  que construyó una mítica iglesia de la que aún se conservan algunos desperdigados restos.

Recorreremos el casco urbano de Ceinos,  y para una próxima entrega pasearemos por sus inmediaciones, en las que hay interesantes puntos de interés.

No creo que dadas las dimensiones del municipio, sea necesario establecer un itinerario. Recomiendo aparcar tras el Ayuntamiento y comenzar un paseo distendido y atento por ejemplo por la calle Marqués de Estella, o del Medio, que atraviesan todo el pueblo. El caserío se extiende por detrás del Ayuntamiento: hacia la izquierda está el cementerio (en un alto), y hacia la derecha (también en alto: Castillo o Mota)  el parque que acoge la arquería templaria.

 

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La actual Casa Consistorial, que está en la misma carretera,  se construyó a principios del s. XX, sustituyendo otra que había en lamentable estado

 

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Puerta y torre  de la iglesia de Santiago Apóstol, del siglo XVI

 

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Fachada de una casa en la calle Cantera que por su salida sur conduce hacia el cementerio en lo alto del municipio. Los arcos de las ventanas proceden de la iglesia de Santa María del Temple

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Arco en la puerta del cementerio procedente de Santa María

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Edificio del antiguo pósito, tras la iglesia y junto a los restos de una antigua capilla. Ahora está muy reformado y sirve como salón para diversas actividades

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Algún vecino ilustrado atribuye la rica fachada de este caserón destartalado a los Nanclares: una familia influyente que se remonta al menos al siglo XVII y entre cuyos miembros hubo procuradores y regidores, siempre presumiendo de su condición de hidalgos

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Hay varias paneras de grandes proporciones así como diversos caserones

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Presume Ceinos de haber tenido hijos que en 1575 embarcaron rumbo a  América. A tal acontecimiento se les dedica una plaza en la parte alta de pueblo que llaman Castillo o Mota. Y en este mismo lugar…

 

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… Restos  y detalle de la arquería de la iglesia de Santa María, que  se remonta al siglo XII. Hasta su total destrucción en el siglo XIX sus ruinas sirvieron de cementerio. El problema es que era de reducidas dimensiones  y estaba en pleno casco urbano: a cada enterramiento se removían los huesos de anteriores difuntos, lo que llevó a construir un nuevo campo santo más desahogado y  alejado del municipio. Los arcos antes estaban depositados en el Museo Nacional de Escultura

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El pozo que, junto con algún manantial, abasteció de agua a la población hasta que llegó el agua corriente a las casas

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Conserva el pueblo una cosa que es muy de agradecer tratándose de arquitectura civil,  normalmente muy maltratada: el viejo frontón de 1876 que han integrado en el polideportivo que hay junto al Ayuntamiento. En las imágenes una vista general y detalle de su coronación

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Detalle de la fachada de la casa que está prácticamente frente al Ayuntamiento

 

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Panorámica del entorno de Ceínos, en la que no faltan los característicos palomares de Tierra de Campos… En unos días nos daremos un paseo por la Cañada Real Leonesa

 

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Reproducción del grabado de Santa María del Temple, realizado por Parcerisa (siglo XIX). Publicado en “Recuerdos y grandezas de España. Valladolid (1861)”. Edición facsímil de Ámbito Ediciones

EL CAMINO REAL DE ARAGÓN Y LAS MAMBLAS DE TUDELA

Muy perdido en la memoria de la gente, pero no desaparecido, el Camino Real de Aragón, que también se conoce como camino o senda de los Aragoneses, fue un importante itinerario medieval de la España interior. Servía de vía de comunicación entre los reinos de Castilla y Aragón y para ello atravesaba de Este a Oeste la provincia de Valladolid siguiendo el curso del Duero por su orilla derecha. Una desafortunada señalización en los mapas topográficos actuales y algunos percances naturales que han desdibujado el camino en algún tramo, contribuyen aún más si cabe a borrar las huellas del camino que, sin embargo, aún perviven y son visibles.

Este camino, que viene de Roa de Duero, entra en Valladolid por Corrales de Duero y, además de poblaciones, fue buscando algunas grandes granjas (Sardoncillo) e importantes monasterios, como el de San Bernardo o el de Abrojo. Debe tenerse en cuenta que los que lo transitaban necesitaban de lugares donde ampararse durante la noche, proveerse de viandas y guarecerse en días de adversas condiciones climáticas.

Ahora, con las  autopistas sobre las que circulan grandes camiones cargados de mercancías y vehículos confortables a alta velocidad, ya no se es consciente de que apenas hace cien años aún los desplazamientos entre poblaciones se hacían a pie, salvo nobles y burgueses que disponían de caballerías.

Antiguamente la mayoría de la población moría donde  nacía, y apenas hacía largos desplazamientos. No obstante, el camino Real de Aragón fue vía de comunicación para las más diversas necesidades: las migraciones para trabajos temporeros; los soldados de permiso o de vuelta a casa tras su licencia;  familias que tenían que atender el duelo de deudos cercanos… Por el camino trajinaban profesionales que iban a ofrecer su pericia pueblo por pueblo (alarifes, lañadores, cómicos, curanderos…), vendedores ambulantes y hortelanos de ligera carga. Seguramente, además, había cacharreros ofreciendo cántaros y otros recipientes.

Tampoco faltarían letrados y litigantes camino de los juzgados y la Chancillería vallisoletana —era un foco de actividad muy importante—, hidalgos y nobles que iban y venían a atender sus intereses a la Corte, a las ciudades principales (Valladolid, Zaragoza…) o a sus posesiones de los municipios del camino. Y monjes y frailes de los conventos ribereños del Duero, que con alguna frecuencia viajaban para atender asuntos y pleitos relacionados con sus extensas y repartidas propiedades: pastos, molinos, tierras de labranza…

… Y ¿por dónde viajó nuestro insigne Conde Ansúrez cuando marchó a defender los intereses de su yerno y nieto en las tierras catalanas de Urgel, sino por este camino?

El Camino Real de Aragón a su paso por Valladolid también ha servido para alimentar la fantasía, pues en Tudela de Duero algunas familias cuentan a sus hijos que cada 6 de enero los Reyes Magos vienen por el camino de los Aragoneses. Y no mienten, pues el camino viene de Oriente.

Pero aquellos desplazamientos necesitaban, además de aldeas o granjas donde refugiarse, de accidentes geográficos que permitieran a los viajeros orientarse y verificar que se hallaban en el buen camino: ríos, arroyos, grandes árboles, montes… en fin, alguna singularidad del paisaje que es, en definitiva, lo que ofrecen las Mamblas de Tudela a cuyos pies vamos a recorrer un tramo del Camino Real de Aragón y luego subirlas para disfrutar de espléndidos paisajes. Será un paseo de apenas un par de horas.

Iniciamos nuestro paseo por un camino que nace al pie de la carretera que desde Tudela lleva a Villabáñez.

 

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La senda de los Aragoneses entra en el término de Tudela de Duero después de haber salvado los cortados de Peñalba, y tiene su principal referencia en las llamadas Mamblas. El término mambla viene del latín “mamma”… mámula… es decir mama, teta, pecho como queda de manifiesto en el perfil que ofrecen las de Tudela

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Atrás, salvado Peñalba dejamos una de las Mamblas. Hay que aclarar que las llamadas Mamblas de Tudela son, en realidad tres picos: el de la Mambla a la izquierda, el de la Cuchilla, a la derecha y, lo dicho, otra Mambla que apunta a Villabáñez

 
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Aunque llegó al siglo XX muy en desuso para comunicar los reinos de Aragón y Castilla, sí ha continuado su uso al menos en los tránsitos interiores: en el puente medieval sobre el arroyo Jaramiel, al pie de la Mambla de Tudela (allí donde a la derecha un amplio camino se adentra en el valle del Jaramiel), se atestiguan obras de consolidación en 1892, tal como reza en la piedra clave que mira hacia el Sur. En este punto volvemos sobre nuestros pasos para subir a la Mambla

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Según ascendemos el camino que separa la Mambla y la Cuchilla, veremos algunas arruinadas construcciones que seguramente tengan que ver con el uso militar que  la Mambla tuvo brevemente, y con la actividad de extracción de yeso de una mina que todavía conserva en su vientre…

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… También se ha escogido como lugar ideal para sendos depósitos de agua con los que, junto a los que hay en Piña de Esgueva,  abastecen a los municipios  del valle del Jaramiel y de la Esgueva con el agua captada en el Duero en Olivares y  Tudela respectivamente

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En la Mambla hubo una importante mina de yeso que estuvo en explotación  hasta los años 60 del s. XX,  con un breve paréntesis de uso militar (polvorín), y más tarde se empleó para cría de champiñones. Son muchas las minas de yeso que hay en Valladolid y que conoceremos con cierto detalle en un próximo artículo

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Subimos a lo alto de la Mambla (829  m.) desde donde tenemos amplísimas vistas. Frente a nosotros el pico de la Cuchilla (842 m), y al fondo, otra Mambla (831 m.)

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A vista de pájaro, la carretera que conduce hacia Villabáñez y Villavaquerín, cuyos caseríos se distinguen al fondo

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Arturo Dueñas rodó un documental sobre el pintor Cuadrado Lomas que se titula “Tierras  construidas”… seguramente desde aquí habría podido obtener excelentes planos

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Un sencillo plano para orientarnos en la excursión propuesta, aunque no tiene pérdida alguna… pues las Mamblas nos guían, como les ocurría a los viajeros de la Edad Media. En el ángulo inferior derecho está el punto de partida

LA FUENTE EL SOL, UN BELLO PARAJE A LAS PUERTAS DE VALLADOLID

El paraje de Fuente el Sol es todo un clásico de Valladolid. Lugar muy conocido y otrora frecuentado por las familias para pasar las tardes de los domingos. Incluso había junto a la fuente un chiringuito que servía refrescos y vino con gaseosa para acompañar las meriendas.

La Fuente el Sol ha contado históricamente con el aprecio de la ciudad, tanto por la calidad de sus aguas como por el entorno natural que la rodea. Tal era la bondad de sus aguas que en ocasiones algún industrial pidió el derecho a usarlas para industrias alimenticias. Y, además, en 1934 se constituyó una Asociación de amigos de la Fuente del Sol en la que estaban ilustres apellidos de la sociedad vallisoletana. Este aprecio por la fuente y el parque tiene en la actualidad una nueva versión en un blog: http://amigosfuenteelsol.blogspot.com.es/ que animo a consultar.

Este lugar es conocido al menos desde el siglo XVI, y desde el manantial se encauzaron las aguas a principios del XVII para erigir una hermosa fuente en la inmediaciones del puente Mayor: “una fuente linda que arrojaba gran cantidad de agua” y que estuvo en uso muchos años durante aquel siglo. Como curiosidad podemos decir que la actual calle Fuente el Sol antes se llamaba del Arca, aludiendo a que por ella discurría la canalización, con sus arcas correspondientes,  hasta la actual plaza de San Bartolomé.

Nuevas posibilidades de desplazamiento mediante el vehículo, y la introducción de otros usos y costumbres contribuyó a su  decaimiento como lugar preferido para el solaz. No obstante, la Fuente el Sol nos proporciona un entorno profusamente arbolado, con diversos senderos y con amplísimas vistas sobre la ciudad y municipios del entorno.

Y con estas premisas nos aprestamos a dar un paseo por este paraje. Lo iniciaremos en la pradera inmediata a la fuente, y llegados arriba tomaremos el camino de la derecha para ir bordeando todo el páramo (dejando a la derecha el centro hípico).

 

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Agradable pradera de chopos con bancos, mesas y algún juego infantil inmediato a la fuente

 

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Así se habló en el Ayuntamiento de la Fuente el Sol en 1958: “Uno de los parajes más bonitos de Valladolid por su abundancia de arbolado, por su situación y por disponer de agua suficiente… se ha convertido en un ameno lugar de esparcimiento y recreo de gran número de familias que allí acuden los días festivos”. Observaremos un sendero a la derecha de la fuente que nos brinda más opciones de paseo por el paraje. El frontispicio de la fuente lleva grabada la fecha de 1938, año en que se rehabilitó y cuya inauguración supuso un acontecimiento que congregó una verdadera muchedumbre, amén de las autoridades civiles, militares y eclesiásticas típicas de la época

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Una fuentecilla “menor” próxima a la afamada del Sol. Advierten  quienes las conocen que no siempre tiene la misma calidad de agua una y otra. Que según épocas tiene mejor agua la fuentecilla

 
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Hace unos quince años,  una Escuela Taller acometió la completa renovación de la fuente el Sol: delimitación de caminos y sendas, plantación de arbolado, canalización de aguas de escorrentía que deterioraban las laderas, construcción de un mirador, etc. 

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Está fuente el Sol en las estribaciones de los Montes Torozos que los atraviesa la GR 26 que conduce hacia Tierra de Campos

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En el bosquecillo que se ve al fondo (a su  izquierda está el caserío de Zaratán) hay una pequeña fuente en los terrenos de una curiosa finca de la que ya apenas queda visible algún murete y que la gente del entorno conocía como la finca del boticario. Ya no corre el agua por ella, escondida en el sombrío  de pinos, cipreses de Arizona  y chopos

 
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Seguimos recorriendo el borde hasta llegar a un mirador, que nos ofrece amplias vistas

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Plantaciones con diversa vegetación arbórea y arbustiva. También se ha reproducido un majano que facilite la vida de roedores e invertabrados

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Pinar, y sendero por el que descendemos de nuevo hacia la fuente. También podemos volver por la vaguada: hay suficiente señalización que nos advierte sobre la dirección a seguir

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A finales del s. XVI el holandés Antón Van Den Wyngaerde, pintor de Cámara de Felipe II, dibujó por orden del monarca hasta 64 villas y ciudades españolas. Entre ellas Valladolid. Y lo hizo desde las laderas de la cuesta de la Maruquesa, a los pies de fuente el Sol. El perfil de la ciudad se caracterizaba por las torres de las iglesias. Pues bien, casi 450 años más tarde, si nos acompañamos por unos prismáticos, aún podremos ver como entre los modernos edificios aún emerge aquel Valladolid antiguo: fachada de San Pablo y torre de San Martín, Torre de la Antigua, Catedral (aunque no era esta la torre de entonces), iglesia de El Salvador y torre de Santiago

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La dársena del Canal de Castilla desde fuente el Sol

TRASPINEDO: SOPORTALES, PAISAJE Y CARRAVACOS

La fama de pueblo de veraneo y el número infinito de chalés que han invadido algunos pinares de Traspinedo, ocultan un municipio con interesante historia y construcciones peculiares que lo hacen merecedor de un detenido paseo por su casco urbano y alrededores.

Traspinedo hunde sus raíces en la Edad Media y ya entonces sus tierras  tenían importancia. Prueba de ello es que en el s. XV compartía terrenos con la poderosa villa de  Cuéllar, con quien para conservar y aprovechar aquellos bienes comunes (pastos, trigos y otros), tuvo que hacer una Ordenanza de concordia en el año de 1481.

Un pueblo al que no le faltó su castillo (en el siglo XIX ya estaba arruinado, y su existencia real cuestionada), ni las consiguientes leyendas habida cuenta de las numerosas bodegas con sus correspondientes túneles: no será difícil escuchar que uno hay que llega, o llegaba, hasta Montemayor… pero nadie lo ha recorrido.

Mucho más reciente es la explotación resinera en Traspinedo, que tuvo su importancia. Pero eso ya fue en el siglo XIX.

Es el caso, que hoy día puede presumir de un caserío muy arreglado y de una ganada fama de restaurantes de buen lechazo servido en pincho: hasta siete hay en Traspinedo que pugnan por mantenerse como referencia de este singular manjar que ya han copiado en otras localidades.

Pues, ¡ea! vamos a recorrer algunas calles, subiremos hasta la Atalaya y visitaremos el Centro de Interpretación de la Resina.

 

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Partimos del viejo molino de trigo, a las afueras del pueblo, al final de la calle Molino, y junto al lavadero

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Este puentecillo salvaba el arroyo Molino, una acequia que cogía sus aguas en el Valcorba, y que además de mover el molino de cereal llevaba las aguas hasta un molino de papel, como a medio km. del pueblo. Una vez que ambos molinos dejaron de funcionar, la Confederación Hidrográfica del Duero canceló el arroyo Molino y, ahora es un problema para Traspinedo, pues la falta de esa corriente impide que se pueda adecentar y recuperar  la vegetación y el entorno junto a  su cauce

 
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Singular lavadero, junto al molino, que ahora sirve para mantener un interesante hábitat para las ranas. En Traspinedo había varios humedales

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Y nos adentramos en el casco urbano por la calle Mayor. Arteria principal en la que veremos varios soportales de madera. Algún experto los ha calificado como los más antiguos de la Provincia, aunque parece que algún documento en espera de publicación no les da más antigüedad que la del siglo XVIII. Desde luego su rusticidad y singularidad son evidentes

 
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Cada pie derecho de los soportales antiguos  es totalmente diferente. Hay que detenerse y disfrutar de esta peculiaridad que no es fácil ver en otras localidades

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La casa donde nació José Velicia, el impulsor de las Edades del Hombre

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Plaza del Rollo, cuyo nombre nos evoca jurisdicciones medievales

 
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Iglesia dedicada a San Martín de Tours (de trazas del s. XV y reformas del XVIII). Si llamo la atención sobre ella es, sobre todo, por la dedicación a uno de los personajes más interesantes de la Iglesia Católica, cuya vida y proyección posterior daría para una enciclopecia. Del siglo IV, y francés,  su fama fue tanta que cosecha millares de referencias en Europa. Aquel soldado romano convertido al cristianismo ha sido declarado como uno de los grandes viajeros europeos

 
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La nueva Casa Consistorial acondicionada en las  antiguas escuelas. De aquí parte la calle de las Bodegas, por donde subiremos hasta la Atalaya: media hora a lo sumo…

 

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…Y el barrio de bodegas, camino de la Atalaya, desde donde disfrutaremos de vistas sobre el caserío de Traspinedo

 

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La atalaya, un roble centenario que destaca por su porte, y desde donde hay  amplias panorámicas sobre el valle del Valcorba. Las atalayas, en la cultura antigua, eran árboles que se dejaban crecer para que  su sombra sirviera de cobijo, y sus frutos de simiente para la reproducción del monte

 
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De regreso al pueblo, tomamos la primera calle (Nogal) a la derecha que, todo seguido, nos llevará hasta el Centro de Interpretación de la Resina, inmediato al molino y lavadero que visitamos al principio

 
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Curioso espacio museístico que relata la historia e historias de la explotación resinera en Traspinedo, pero que trasciende el localismo para introducirnos en una actividad que estaba prácticamente perdida y que de nuevo renace en los últimos tiempos. En la localidad, a las piñas las llaman carravacos y a las almendras chichotes

 
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Entre las calles Abadía y Castillo, un enigmático escudo alusivo al camino de Santiago que, desde luego, no trascurría por Traspinedo… y algún vecino presume, seguramente con razón,  de vivienda originaria del siglo XVII

 

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Amanecer entre pinos, camino de la Atalaya

BARRIO DE LAS FLORES: UN MIRADOR SOBRE VALLADOLID

El barrio de las Flores comenzó a trepar por las laderas del teso que dominaba el antiguo campo de tiro y zona de maniobras militares, como a medio kilómetro de los Pajarillos Altos. Aquello ocurrió en los años 60 de pasado siglo, y su crecimiento terminó por colonizar toda la elevación. Sus moradores, que en muchos casos se hacían su propia vivienda, provenían principalmente de los municipios próximos a Valladolid. Acudían al llamamiento del desarrollo industrial que la ciudad estaba conociendo en aquellas décadas. Consiguientemente, la construcción también tiraba de mucha mano de obra.

No fue, ni mucho menos, una barriada de chabolas, no. Las casas, aunque modestas, tenían una sólida y cuidada construcción y sus moradores eran obreros que regularmente ganaban su jornal. Bien es cierto que por los motivos que sea,  un pequeño rincón del barrio ha devenido en cierta marginalidad en la zona de la calle Flor.

Pero es un barrio que sigue creciendo a pesar de que fue el último que llegó a tener alcantarillado en las casas, pues algunas de ellas  hasta hace apenas una década aún tenían que solucionar su higiene mediante fosas sépticas.

Su caserío es bien curioso: rodeado de naves industriales por muchos flancos, sus casas bajas dominan las laderas en las que poco a poco se van levantando grupos de viviendas de varias alturas. Pero  la crisis dejó en el dique seco nuevas viviendas. No obstante  hay expectativas, en un futuro incierto,  de que buena parte de las suaves laderas del teso y el páramo de San Isidro, lleguen a ver como se construyen grandes urbanizaciones.

Contado esto vamos a dar un paseo por las Flores. El recorrido sigue un itinerario que comienza en la calle Flor de Acebo, que arranca en la carretera de Villabáñez, junto a la gasolinera inmediata a la ronda, y concluirá siguiendo el canal del Duero que discurre a los pies del barrio, pero esto no es más que una sugerencia.

 

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Calle Flor de Acebo, en la que naves industriales y viviendas de reciente construcción se miran cara a cara

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Uno de los parquecillos que se han construido aprovechando espacios libres inmediatos a las casas

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En la calle Azucena, por ejemplo, ya estamos inmersos de lleno en el barrio, en cuyas calles contrastan las primitivas construcciones tal cual, reformas de aquellas, y nuevas viviendas

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Por la calle Margarita llegamos a la plaza de Mayo, en la que alguna trasera ha servido para decorar el barrio a iniciativa de la Asociación Vecinal

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Centro Cívico

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Al final del barrio hay un pequeño pinarcillo que, sin embargo, tiene su importancia pues a él acuden personas interesadas en las aves debido a que cobija diversas especies de pájaros, acaso protegidos por el silencio que rodea al arbolado

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Mirador sobre el páramo de San Isidro. Desde él se ven las naves de los nuevos talleres ferroviarios, el término de La Cistérniga,  y fincas y amplias tierras aún cultivadas, amenazadas de futuras urbanizaciones de viviendas. La hilera de chopos pespuntea el canal del Duero

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Desde aquí descendemos hacia el canal, que iremos siguiendo hasta llegar prácticamente a la Ronda. Aprovecharemos para ver algunas construcciones industriales y diversas promociones de viviendas recientes

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Iniciamos un nuevo ascenso al barrio por un  parque de reciente urbanización desde el cual se aprecian nuevas vistas de Valladolid

EVOCADOR PASEO POR LAS MURALLAS DE VALLADOLID

La ciudad de Valladolid conoció la construcción de hasta tres murallas de las que realmente aún quedan datos y detalles por conocer. Acaso la primera, del siglo XII-XIII  fuera la más fortificada incluyendo construcción en piedra. Bastante tosca, eso sí, al decir de los investigadores. Una muralla que posiblemente sustituyera a otra anterior visigótica en torno a la plaza del Rosarillo como epicentro de la pequeña población que se encontró Pedro Ansúrez cuando vino a repoblar desde el reino de León. Las posteriores (de los siglos XIV y  XVII-XVIII respectivamente) más adecuado sería calificarlas de tapias.

Aquellos tres principales cercados fueron haciéndose según iba creciendo la ciudad pues, en realidad (sobre todo las posteriores el siglo XII),  no tenían ninguna función defensiva, sino impedir que en la villa se metieran mercancías y otros productos sin pasar por el correspondiente peaje fiscal instalado en diversas puertas de acceso al interior de la población.

Si la primera tenía una construcción de piedra, las dos siguientes más bien merecen el tratamiento de cercas o tapias, pues se iban construyendo, ampliando parcialmente y reconstruyendo, tras las riadas sobre todo, con adobe y otros materiales sencillos y baratos. Además, las tapias de los conventos más exteriores también se aprovechaban como  parte de la cerca.

Siguiendo a la historiadora María Dolores Merino Beato, hemos de anotar que la última de las murallas tuvo cuatro puertas y otros tantos portillos entre unas y otras, con su correspondiente casilla para el personal de aduanas. Las puertas y portillos se abrían y cerraban siguiendo un horario establecido según fuera invierno o verano. También las cercas cumplieron una función sanitaria, pues en caso de epidemias (y que eran frecuentes en aquellos siglos) se cerraban las puertas y portillos para impedir que entrara nadie sospechoso de estar infectado.

Sea cual sea la verdadera historia de las murallas de Valladolid, lo cierto es que su final definitivo tuvo lugar en 1863 cuando se derribó la puerta del Campo o de Santiago, y una década más tarde la puerta del Carmen (la que daba al camino de Madrid) y los cinco portillos que aún quedaban en pie.

De vestigios más o menos documentados de las murallas parece que incluso se conservan en algún muro del interior del Palacio Real de la plaza de San Pablo.

Es el caso que contado este  exordio sugiero un paseo evocador por restos o testimonios de las murallas de nuestra ciudad. Un paseo que atravesará la antigua villa entrando por el Prado de la Magdalena y saliendo por  donde estaba la antigua Puerta del Campo.

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Estos restos (del siglo XVII) que se conservan en el lago del Prado de la Magdalena corresponden a la segunda cerca y atravesaba el cauce de la Esgueva, Sus arcos tenían una reja (que se podía retirar en caso de necesidad),  para impedir que se entrara en la población con barcas cargadas de contrabando. En una excavación arqueológica practicada hace varios años en este mismo lugar se apreció el cimiento de la cerca y otros restos del muro junto a los arcos


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Existe notable incertidumbre sobre que la famosa torre de las Huelgas o  de la Magdalena, que formó parte del palacio del los reyes, fuera una puerta de la cerca. Y sobre ello hay cierta controversia entre los historiadores. Más no cabe desdeñar otra posibilidad y es que, efectivamente, no se construyó como parte de la muralla,  pero que una vez que el palacio dejó de ser  utilizado como tal, se habilitara como otra puerta de la villa, sobre todo si tenemos en cuenta que estaba en medio de dos puertas muy distantes entre sí (unos 500 metros), tal como sostiene el historiador de la Universidad de Sevilla Manuel Martínez Martín

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Puerta del Azoguejo, que viene a significar mercadillo o zoco. Formaba parte de la primera muralla de Valladolid. Placa en el suelo al final de la calle de la Platería

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Reproducción del texto de la placa que hay adosada a las piedras de la Bajada de la Libertad: “Los restos de la muralla de Valladolid en la calle de las Angustias. Desde el año 1986 se han documentado en este lugar diversos vestigios de la primera cerca defensiva de la ciudad, que debió levantarse en el siglo XII. En el siglo XV, perdida su función, fue deteriorándose y en algunos puntos sirvió de cimentación a otras construcciones, como la correspondiente a este muro que en su día se interpretó como vestigio original y se ha mantenido como recordatorio. Los restos auténticos se hallan bajo la cota de la calle, siguiendo el trazado que se ha reflejado en el pavimento y en el gráfico adjunto. Existen en Valladolid otras partes visibles de los diferentes recintos amurallados, en San Benito, las Huelgas Reales y el Prado de la Magdalena”. Su contenido ofrece algunas dudas en lo que respecta a lo que dice de las Huelgas Reales, como antes he comentado

 

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En cualquier caso, en el suelo de esta zona se señalaron los cubos y muros de la muralla debidamente documentados

 
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Del  primitivo castillo o Alcázar Real no se tiene una información suficientemente completa.  Si bien la fortaleza formaba parte de la muralla primitiva. En las tres imágenes vemos (por el orden que están) una simulación del antiguo Alcazarejo –en la plaza del Poniente,  junto a San Benito-; luego, restos auténticos de la fortaleza que están en los sótanos de San Benito –dependencias municipales-; y restos, también,  auténticos de la muralla primitiva que arrancaba del Alcazarejo –igualmente están en los sótanos de San Benito-

 

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Algunos historiadores hablan de 8 puertas en la primitiva muralla. Número que rebajan a 4 otros. Puertas, eso sí, parece que defendidas por sus respectivas torres. Es el caso que el primer sello de la ciudad (año de 1276), cuyo anverso y reverso se reproducen en el pedestal de la estatua del Conde Ansúrez, representa  ocho torres almenadas (cosa que parece una  idealización más que una realidad)

 
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Las sucesivas murallas con sus correspondientes ampliaciones han dado un balance de hasta 19 puertas, más unos cuantos portillos (en el callejero de Valladolid figuran las calles Portillo del Prado y Portillo de Balboa).  En el grabado de Diego Pérez Martínez de 1788 (conservado en el Museo de Valladolid), se ve –anotada con el número 3- la puerta del Campo. Al final de la calle Santiago, mirando hacia el Campo Grande. De esta puerta hay un testimonio en el pavimento

 

 NOTA: para documentar este reportaje acudí, entre otros, a textos de historiadores y arqueólogos  tales como  Miguel Ángel Martín Montes, Adeline Rucquoi,  Manuel Martínez Martín y María Dolores Merino Beato.

PASEO OTOÑAL POR PUENTE HINOJO

Relata la leyenda que en puente Hinojo se escondía el tío Musilas, uno de esos temibles  y generosos bandoleros  que robaba a los ricos para dárselo a los pobres. En fin, una ilusión colectiva de las gentes humildes que aspiraban a que hubiera justicia en vida, y no solo un premio en el más allá que consolara sus penurias en la tierra.

En la carretera de Soria existe un área recreativa denominada “Puente Hinojo” donde unas mesas y unos bancos nos ofrecen un lugar muy agradable para disfrutar de unas  horas campestres.

Ha querido la suerte que el paraje que hasta hace poco tiempo nos ofrecía los chopos, pinos y encinas en torno al arroyo Valcorba y un puñado de fuentes, se halla ensanchando con un paseo por entrambas orillas del Duero y el canal del Duero.

Es, en cualquier caso, un lugar excelente para disfrutar de los días otoñales, y a eso nos vamos a aprestar durante todo el tiempo que queramos, pues el sitio ofrece donde entretenerse y donde alargar el paseo.

 

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Pasados 4,5 km. de la desviación hacia Traspinedo que hay en la carretera de Soria, se habilitó ya hace unas cuantas décadas un Área Recreativa muy popular en su momento

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Ahora, los chalés y  las piscinas hacen que Puente Hinojo no sea un lugar muy concurrido, pero no ha perdido el encanto y la quietud que aportan su arboleda y las fuentes. Una quietud que solo altera el ruido permanente de la carretera

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Hemos de cruzar por  este pequeño túnel para alargar el paseo por el área recreativa, y acercarnos hasta el Duero y su canal

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Puente Hinojo ofrece una variada masa forestal en la que predomina el chopo, el pino resinero y el piñonero, sin que falten algunas buenas encinas

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El canal del Duero se inauguró en 1886. Sirve para abastecer de agua a Valladolid, regar y, en su día, dar agua a la Azucarera Santa Victoria. Las aguas del canal se toman en Quintanilla de Onésimo y recorren 52 km. hasta Valladolid

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El paseo sigue la senda del Duero conocida como GR 14. Es una senda habilitada por la Confederación Hidrográfica del Duero que apenas nada tiene que ver con la senda “oficial” que en su día aprobó la Federación de Montaña de Castilla y León. Acaso esta de la Confederación sea más lógica que la otra

 

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Diversas imágenes del sendero y la vegetación que le embellece. También acompaña el  sonido de los numerosos manantiales que vierten sobre el canal

 

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El Duero, siempre soberbio y eso que aún no ha recibido las copiosas aguas del Pisuerga

 

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Refugio de resineros, muy próximo a la carretera

 
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 NOTA: cómo llegar hasta el puente de madera sobre el canal del Duero. Hay que estar atentos para localizar el lugar donde “abandonar” el área recreativa y dirigirse hacia el canal. Para ello tomaremos las siguientes referencias: dejamos atrás un puente con una barandilla metálica pintada de verde; caminamos por el sendero acotado mediante piedras dejando la carretera de Soria a nuestra derecha; pasamos por un panel informativo y llegamos a este otro que se ve en la imagen: justo en este punto se intuye un camino (más o menos) que nos invita a dejar la carretera a nuestra espalda y, ya sin pérdida alguna, alcanzamos el puente de madera que atraviesa el canal y nos invita a pasear por el GR 14 “Senda del Duero”, que en este punto discurre entre el canal y el Duero. Otra referencia que nos puede ayudar es que el explotación de áridos queda a nuestra izquierda… ¡cuando se le ocurrirá al Ayuntamiento de Traspinedo poner una baliza que indique el lugar!

LA OVERUELA… Y ZAMADUEÑAS

La Overuela,  a la orilla del Pisuerga y  barrio alejado del casco urbano de Valladolid, sin apenas referencias arquitectónicas reseñables  es, sin embargo, uno de los más antiguos enclaves vallisoletanos de los que se tiene constancia documental.

Ya se le cita en un escrito del siglo XI como Loberueras.  Y en un legajo del  XII, relativo a una aceña que  existía en el Pisuerga, se menciona como Loberola o Loberolam, que es, sin duda, la actual Overuela. Y esto nos llevaría a tratar de averiguar el origen de tal nombre. No perderemos mucho tiempo en disquisiciones, pero la cosa, al decir de algún comentario erudito,  puede venir de  “lugar o guarida de lobos”.

A mayor abundamiento, la antigüedad del barrio se remonta a la existencia  en el mismo del Real Palacio de Mirabel,  cuyas ruinas aún eran reconocibles a finales del siglo XIX… Y  la leyenda, más que la realidad constatada,  narra que en aquel palacio se  dio comienzo a la redacción del famoso Código de las Partidas del rey Alfonso X el Sabio.

Es el caso que  aquel arrabal labriego que llegó hasta el siglo XX ha ido creciendo y consolidándose con  calles cuyos nombres rinden merecido homenaje a aquel episodio medieval que no por carecer de demostración histórica  deja de ser curioso y legendario.

Y prolongaremos nuestro paseo hasta Zamadueñas  una de esas fincas de labranza que ya aparece citada en el siglo XIII : Çama dueña.

Este recorrido permite muchas posibilidades: comenzarlo en bicicleta desde Valladolid, arrancar caminando desde Tafisa… o nada, todo en coche salvo lo que queramos parar y caminar en cada enclave.

 

 

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Si vamos caminando o en bici, desde Valladolid o Tafisa, el canal de Castilla será nuestro compañero durante un buen tramo

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Nada más terminar la valla de Tafisa, a poco que nos asomemos al Pisuerga se verán los restos de aquella aceña que ya se cita en un legajo del siglo XII. Durante el s. XIX  la aceña sirvió para mover un molino de papel

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Ya estamos en La Overuela donde nos recibe una finca notable y se advierte  qué nombres se ha puesto a la mayoría de las calles del barrio, en  homenaje a la supuesta presencia del Alfonso X el Sabio y la elaboración del Código de las Siete Partidas: Títulos, Corregidores, Leyes, Cortes, Fuero Real, etc

 

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Llegó  La Overuela  al siglo XX  como arrabal de una sola calle: Arrabal, precisamente, se llama ahora la calle principal del barrio

 

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A principios del s. XX La  Overuela se componía de un caserío un tanto disperso de fincas de labranza y residencias secundarias, hasta que en 1955 se inauguró un grupo de viviendas construidas por la Obra Sindical del Hogar. Pero ya disponía de escuela en el siglo XIX, y atención sanitaria  desde Santovenía, cuyo médico llegaba hasta La Overuela atravesando el Pisuerga con una barca que le facilitó el Ayuntamiento de Valladolid

 

 

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Diversas tipologías y bloques de viviendas del barrio

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Fuentecilla y estanque donde antes hubo una fuente de cierta belleza arquitectónica y un lavadero, tal como se aprecia en la foto del Archivo Municipal de los años 70 del s. XX.  Ahora es uno de los parquecillos que hay en el barrio

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Terminada la calle del Arrabal, llegamos al camino del Espinar, por donde enfilamos hacia  Zamadueñas, distante unos 3 km. siguiendo el ancho camino principal que ahora llevamos

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Extensa chopera al final de las tapias de la finca del Espinar, camino de Zamadueñas

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Nogales inmediatos a Zamadueñas. Un árbol cada vez más escaso de ver en el campo vallisoletano

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El caserío de la finca de Zamadueñas está ahora muy abandonado y descuidado, incluso la casa principal que, no obstante, conserva un aspecto señorial. Llegó a tener cierta entidad urbana pues al igual que La Overuela y El Espinar (que acabamos de pasar) disponía de Alcalde Pedáneo

 

 NOTA. Si vamos en bicicleta podemos alargar el camino bordeando las tapias de la finca del Espinar  dejando a la izquierda la extensa plantación de chopos. Llegaremos hasta prácticamente la orilla del Pisuerga y atravesaremos la Vega Cuende,  un amplio descansadero para los rebaños trashumantes, hoy convertido en finca de regadío.

Se puede pasar  por delante de la fachada de  la casa de Zamadueñas (no hay peligro con los perros), y podemos tomar el camino que da la  espalda a la Central Hidroeléctrica La Isla. Camino que nos devuelve al Canal de Castilla para regresar a Valladolid.

A pie, desde la ciudad hasta La Overuela, tenemos casi hora y media. Y desde La Overuela a Zamadueñas unos 40 minutos. El barrio está servido por la línea 18 de Auvasa, que es una acertada opción si queremos darnos una buena caminata sin vehículo: hacer todo el recorrido Valladolid- Zamadueñas caminando y volver en Bus.

 

ÉRASE UNA VEZ UN CASTILLO…

En Trigueros del Valle a la ermita la llaman castillo y al castillo fortaleza. Una fortaleza cuanto menos curiosa, pues está construida en la falda del páramo y, sujeta, por tanto, al más fácil asedio que cualquier ejército se pudiera imaginar. Pero es que esta formidable construcción del siglo XV no estuvo tan pensada para la guerra cuanto para la residencia. Era un castillo señorial, palaciego. Es decir, en realidad una noble y elegante casona de labranza. Es más, en sus sótanos se elaboraba un apreciado vino en unos siglos en los que el vino “normal” era un caldo grueso, de indefinido color y de dudosa presencia que apenas resistía unos meses desde que las uvas fueran vendimiadas.

Sin embargo, en el castillo de los Robles y Guevara en el silencio de sus bodegas reposaba un vino rico y elaborado… hay quien afirma que este es el antecedente de los afamados caldos de la Denominación de Origen Cigales.

El castillo tuvo su  importancia en la Guerra de las Comunidades, pues en él Padilla y el obispo Acuña organizaron un formidable ejército que conoció victorias conquistando importantes enclaves terracampinos. También vivió la ocupación de sus muros por parte de los campesinos  triguereños,  hartos del despótico comportamiento de los señores de la fortaleza.

Recientemente ha conocido el lamentable episodio del derrumbe de uno de los paños exteriores de la muralla, que si no se reconstruye con prontitud no será sino el preludio de males mayores.

No obstante, la fortaleza, ahora de propiedad municipal,  no pierde interés histórico y arquitectónico en una provincia, como Valladolid, que seguramente podría presumir de ser la que mayor número de castillos ha tenido.

El castillo se puede rodear por completo en un paseo que, además, añade el plus de ver las viejas bodegas de Trigueros.

 

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En la vista panorámica de Trigueros,  tomada desde el cementerio por encima de los viñedos, se aprecian tres de los edificios principales: la ermita en el alto donde sin duda hubo  con castillo, y que conserva un arco románico; la torre de la iglesia de San Miguel Arcángel, que hunde sus raíces, aún reconocibles, en el siglo XII; y el castillo (a la derecha de la imagen) que todos llaman fortaleza

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Primer plano de la fortaleza

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Unos notables palomares se encaraman por la ladera de la ermita, que en sus faldas conoció viviendas rupestres aún en pleno siglo XX

 

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En cada ángulo de la segunda muralla, construida en el siglo XVI, una torre cilíndrica artillera refuerza las defensas de castillo primigenio, que fue concebido para, a lo sumo, defenderse de saetas y primitivas escalas, sin darse cuenta de que la artillería, desde lejos, podía derrumbar sus muros

 
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Puerta de entrada, con los escudos de los Robles –Robres en la tipografía de la época- (a la izquierda),  y Guevara (a la derecha)

 

6 Esta esquina es, en realidad, la más primitiva de las torres del castillo

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Torre del homenaje, a la izquierda de la imagen

 
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No hace mucho se ha venido abajo  parte del paño exterior de la muralla

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El interior del castillo, sin apenas dependencias, indica que durante  sus siglos de abandono buena parte de sus piedras sillares sirvieron de cantera para las casas del pueblo,  y también fueron a parar a la construcción del canal de Castilla y las vías del ferrocarril

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Antiguas caballerizas, con sus pesebres. Las caballerías tenían una gran importancia en la vida cotidiana de la fortaleza pues, como se ha dicho, era el epicentro de una importante actividad agrícola

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Anochecer en Trigueros y su castillo. En este mismo blog Valladolid la mirada curiosa hay un reportaje sobre el municipio de Trigueros del Valle

 NOTA: Se pueden concertar visitas al castillo llamando al  teléfono 983 580 401

COGECES: PIEDRA E HISTORIA

Vamos a recorrer Cogeces del Monte. Municipio de antigua vocación pastoril en pleno páramo de Montemayor-Campaspero.

Piedra e historia acompañan en todo momento el paseo por el pueblo.

Insinuaré un itinerario pero, en definitiva, es mejor irse encontrando con rincones y paisajes, de los que Cogeces no está precisamente escaso.  Un pueblo que hunde sus raíces en el Paleolítico y que ofrece diversos puntos de interés: no solo su casco urbano que ya se dibujaba en el siglo XII,  y su entorno labrado por arroyos y manantiales, sino los interesantísimos restos del monasterio jerónimo de  la Armedilla,  que  viene del siglo XV; el Parque Etnográfico de Arquitectura Pastoril;  dos museos (más correcto sería llamarlos colecciones); y una de las fachadas de iglesia más original que pueda encontrase en la provincia de Valladolid…

… Pues a ello vamos.

 

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Partimos de la plazuela de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, del siglo XVI, con una fachada posterior de no mucho interés artístico pero sí realmente curiosa: un auténtico retablo que relata hechos religiosos y da fe de personajes históricos. Fue Juan de Rodrigo, párroco de Cogeces e importante personaje de la jerarquía eclesiástica,  quien en el s. XVII la mandó construir,  ocultando la original.  Fachada en la que se ensalza, sobre todo, el dogma de la inmaculada concepción de la Virgen, asunto polémico en el seno de la Iglesia durante siglos

 
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Al costado de la iglesia se abre un pequeño jardín, que da paso a la puerta de difuntos (en este municipio parece que a los difuntos no se les metía en la iglesia, sino que se oficiaban los funerales bajo el atrio). Junto a la puerta, uno de los hitos históricos, que servían para delimitar pastos, fuentes y cañadas  

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En esta plaza se conservan restos de una señorial construcción que, por el blasón del arco de entrada, seguramente perteneció a los duques de Alburquerque

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En la misma plaza, que probablemente está construida sobre la aldea original de allá el s. XII,  pueden apreciarse dos puertas características del  XVII

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Por la calle de la Fe, que sale casi frente a la iglesia, vamos a la calle de la Armedilla, donde hay un edifico muy característico de algunas fortunas que se labraron en las colonias. Fue, en su día, casino…


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… Y en el callejón de Gil se encuentra esta sencilla pero interesante casa. Las fachadas de las casas no permiten hacerse una idea de que, muchas de ellas, tenían grandes corralones para el ganado lanar

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Calle Mayor, que se construyó en la expansión del viejo caserío medieval

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Plaza de la Constitución: Ayuntamiento y templete

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En la misma plaza una vivienda,  que en su día fue posada, exhibe un arco procedente del monasterio de la Armedilla. El monasterio, además de convertirse en cantera tras su desamortización en el s. XIX, proveyó de escudos y dinteles a unas cuantas casas de Cogeces

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En la calle Real, que viene a continuación, se puede ver una de las casas más antiguas de Cogeces

 
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En una fachada con la que sin duda nos toparemos, está el escudo de Beltrán de la Cueva, que fue el primer duque de Alburquerque, cuyo castillo está en Cuéllar. No podemos olvidar que Cogeces en su momento perteneció a la Comunidad de Villa y Tierra de Cuéllar

 
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12-cropDiversos detalles del caserío que se encuentran principalmente en las calles Mayor y Central. Algunas de las casas ofrecen aspecto de una posible construcción fortificada

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Ménsulas también provenientes de la Armedilla

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Vista sobre uno de los valles que rodean a Cogeces, y panorámica del caserío al atardecer

 
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Centro Etnográfico de la Vida Pastoril, al que se llega desde la carretera que une Cogeces con la Armedilla…

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… Y panorámica de la Armedilla. Imagen tomada del blog Ermitiella, de la arqueóloga Mariché Escribano, gran conocedora y amante de su pueblo: Cogeces del Monte

 

NOTA: Del llamado Museo de Ciencias Naturales hay un reportaje en este mismo blog “Valladolid la mirada curiosa”. Y no hay que olvidarse del Museo del Ayer Orrasco.